La violinista austriaca de origen judío Alma Rosé (1906-1944) provenía de una familia de músicos. El padre, Arnold Rosé, fue durante 57 años primer concertino de la Wiener Hofoper y de la Filarmónica de Viena. El compositor Gustav Mahler fue su tío y la esposa de éste, Alma, su madrina; de ella tomó el nombre. Su formación como violinista la recibió por parte del padre. En 1920 actuó por primera vez como solista en Bad Ischl; en 1926 debutó en el Musikverein de Viena con miembros de la Wiener Staatsoper dirigidos por Arnold Rosé. Un año después actuó con la Sinfónica de Viena y su padre en la radio. Existe una grabación, la única que conservamos de Alma (Bach: Concierto BWV 1043).
En 1930 se casó con el checo Váša Příhoda, uno de los más grandes virtuosos del violín del siglo XX con quien realizó exitosas giras de concierto. Hasta su divorcio en 1935 vivió con su esposo en Praga, un año después regresó a Viena.
Entre tanto su carrera había alcanzado el cénit: en 1932 fundó la orquesta de mujeres Die Wiener Walzermädeln, conjunto de gran nivel con el que emprendió viajes por toda Europa. En el periodo 1934-1938 realizó numerosos conciertos en protesta por el dominio nazi en Alemania.
Tras la anexión de Austria al III Reich en 1938, la orquesta de mujeres fue clausurada. Un año después logran huir a Londres su padre y ella; su hermano emigró a Canadá. En cambio, su tío Eduard fue deportado al campo de concentración Theresienstadt y allí asesinado.
En julio de 1939, Alma realizó una de sus últimas actuaciones en libertad. En noviembre, tres meses después del estallido de la II Guerra Mundial, viajó a Amsterdam para dar otro concierto. Allí se refugió tras la ocupación por parte de la Wehrmacht. Cuando comenzaron las deportaciones de judíos emigró a Francia, donde fue capturada en diciembre de 1942 e internada en el campo de prisioneros de Drancy (20 km. al noroeste de París). El 18 de julio de 1943 tuvo lugar su deportación al campo de exterminio de Auschwitz (número de prisionero 50381).
En el campamento de mujeres de Auschwitz-Birkenau, la comandante Maria Mandl le asignó la dirección de la orquesta de mujeres por ella fundada. Aunque la gran parte de sus miembros eran aficionados, Alma logró formar un conjunto de gran nivel. Trabajaba con mucha disciplina y llegó a desafiar a oficiales que osaban reír durante las interpretaciones: "Así no puedo dirigir". Tal conducta no le ocasionó ningún castigo.
El 2 de abril de 1944 se puso al frente de la orquesta por última vez; dos días más tarde murió víctima de una enfermedad.