Suelo redactar las postales navideñas con mucho tiempo, y a mis contactos alemanes se las envío aún antes porque el ambiente comienza por allí ya el primer domingo de Adviento. A mitad de mes recibí la respuesta de Rosina, una señora que vive en un pueblecito cerca de Munich y es también fan del coro de niños de Tölz. A ella no la conocía personalmente, si bien más de una vez insistió en que me alojara en su casa cuando fuese para allá a ver un concierto de los Tölzer.
Rosina preguntaba en su respuesta cómo me encontraba, y ¡oh, pobre, se lo conté! Le dije que este trimestre había sido muy duro para mí, que había tenido que vérmelas con una crisis de ansiedad/depresión debido a los cambios de trabajo y vivienda y a los inconvenientes que todo profesor de Secundaria en España ha de afrontar, y si es ciego aún más. La buena señora respondió inmediatamente: "oh, ¿qué leo? ¡Vente estas Navidades unos días a mi casa, así cambias de aire!". Le agradecí su cordial invitación y añadí que confiaba en que no se sintiese de alguna forma obligada ante mis dramáticas líneas. Dijo que en ningún caso y yo me puse a buscar vuelos con muy poca fe, pues nunca lo he hecho tan repentinamente y pensé que no iba a haber; pero tuve mucha suerte. El día 2 por la tarde me dirigí pues rumbo a mi querida Baviera y regresé ayer.
Rosina es un encanto de persona. Adora la música y además canta en un coro, hace poco ofrecieron en concierto el Oratorio de Navidad de Bach. ¡Lástima no haberlo visto!
Juntas hemos cantado mucho y ella me ha enseñado algunos Jodel (o Jodler, como se dice allí). Adoro estas piezas tradicionales.
También hemos visto a unos amigos míos que ella no conocía: Andreas, gran fan del coro de Tölz desde hace tiempo, y Elke, madre de uno de los niños cantores. A Andreas lo admiro realmente: hoy día es difícil encontrar a personas que sientan una pasión tan fuerte por algo. Él me ha ayudado mucho en mis excursiones "tölzeras" [neologismo]: me ha recogido en el aeropuerto, se ha ocupado de mí... Es muy atento, cortés y cultísimo. A Elke la conocí hace dos años en Irsee y en septiembre me invitó a su casa cuando fui a uno de los conciertos del coro que tuvo lugar en esta localidad.
El día 5 fue mágico, mi mejor regalo de Reyes: Rosina, Andreas, Elke y yo dimos un hermoso paseo a lo largo del Isar. De pronto, respirando aquel aire, sintiendo el frío en la cara y oyendo el murmullo del agua, fui consciente de que no había sido tan feliz en cuatro meses. "¿qué más se puede pedir -me dije-? Una excelente compañía, una bella caminata por la Naturaleza, mi adorada Baviera...". Y agradecí a mis tres compañeros, que tanto empeño habían puesto para sacarme de la ciénaga emocional en que me hallaba. Entonces me vi capaz, con fuerzas para afrontar el futuro inmediato. "Merece la pena, merece la pena. La vida puede acarrearnos momentos duros, pero si en compensación existen ratos como éste...". Hubiera abrazado en el acto a mis tres amigos por haberme brindado el mejor presente navideño: unas dosis de alegría. Hubiera saltado, cantado... Bueno, lo de cantar sí lo hicimos Rosina y yo: un par de Jodler en un puente con buena acústica. Los transeúntes se detenían a escucharnos. Hm, Rosina es más desinhibida que yo para estas cosas...
La estancia en Baviera, por tanto, me ha servido muchísimo más que el mejor fármaco o la mejor terapia psicológica. ¡Gracias, gracias!
Y a todos vosotros os deseo un muy feliz 2011.
Ojalá el año me acerque más a mi ansiado destino bávaro: ¿podré mudarme definitivamente allí en alguna ocasión?