Grabado del Manual de Física de D. Eduardo Rodríguez. 1858. |
Firma la petición en Change.
Un viernes de abril de 2015, cuando llegué a la estación de tren de Granada con el propósito de viajar a Osuna, mi pueblo, recibí la noticia de que la vía estaba en obras porque querían implantar la alta
velocidad: durante cuatro meses tendríamos que hacer el tramo desde allí hasta Antequera santa Ana por carretera. Aquello me fastidió bastante porque suelo marearme en los autobuses y porque, siendo ciega, el asunto de los transbordos me incomoda aún más. Afortunadamente existe el servicio Atendo en ambas estaciones; no en Osuna, Dos Hermanas, Sevilla san Bernardo y otras. A veces me han puesto pegas para ofrecerme la ayuda en un punto con asistencia argumentando que no la había en el destino. "Es que, si te pasa algo, es mi responsabilidad". "Bueno: usted me sube aquí y lo demás es cosa mía. Me recoge un familiar; y, si no, ya me las apaño solita como siempre". Pero ésa es otra historia.
Dentro de unos días hará cuatro años de aquel chasco: ¡vaya meses más estirados! Seguimos sin tren y, para colmo, desde mediados de octubre de 2018 hemos de tomar otro autobús en Antequera santa Ana hasta Osuna porque se cayó un puente cerca de mi pueblo con motivo de las lluvias. Ese puente ya se había roto hace años por la misma razón: ¿cómo arreglamos las cosas en este país? A golpe de chapuzas, sin duda: el Aván vino a Granada en la fase de pruebas, se le dio el visto bueno pero Europa dijo que no por el maldito túnel de Loja, un túnel demasiado estrecho que no ofrece seguridad. Ahora lo están ensanchando: ¿por qué no lo empezaron bien? Hace pocos días volvieron a parar la obra por falta de presupuesto, según me cuentan. También se detuvo cuando estuvimos sin gobierno, aquellos meses en que no hubo pacto entre los políticos. Ahora se acercan las elecciones en un nuevo periodo de inestabilidad y desacuerdo. Esto sucede porque a los gobernantes les importa más acceder al cargo y permanecer en él que el servicio a los ciudadanos por el que les pagamos. Pero me estoy yendo de nuevo por las ramas.
En noviembre sustituyeron varios coches de la línea Sevilla- Almería y de la línea Sevilla - Málaga por unas tartanas dignas de desguace que no habíamos visto en dos décadas. Al parecer protestaron en Extremadura y Madrid y, como aquí se ve que nadie dice nada, nos cuelan esa sustitución. Se trata de coches que huelen fatal, llenos de desconchones, con asientos incómodos, sin enchufes y, lo más importante, sin accesibilidad para discapacitados. Quienes vayan en silla de ruedas se fastidian, ¿verdad? Soy ciega, me importa menos, pero no es lo mismo bajar al nivel del suelo que toparte con los tres escalones y el hueco de cuya anchura nunca se está seguro.
Así vamos, al revés: en otros países se adoptan medidas orientadas a la accesibilidad. En Inglaterra he visto Braille en los aseos de trenes; aseos no destinados a minusválidos, por otra parte. Aquí, cuando me mandan a un servicio para discapacitados, me echo a temblar: grande, con botones sin etiquetar... Una vez me quedé encerrada porque desconocía la existencia de un pulsador para desbloquear la puerta: ¡cuánto me agobié! "Como se pase la parada, ¿qué hago?" -me dije presionando por todas partes. Le di a la cisterna, activé la alarma... Todo a ciegas, obviamente; pero al final se abrió la condenada puerta. ¡Nadie piensa en esto!
Hace dos semanas me encontré con una señora que viajaba desde Sevilla a Almería: "¡tres autobuses y dos trenes por un solo viaje!" -se lamentaba al borde de las lágrimas. "No se queje -traté de bromear-: pronto nos dirán que los últimos diez kilómetros los hagamos a pie". Tardo tres horas menos cuarto en hacer los 150 kilómetros que separan Granada de Osuna; casi lo mismo que de Granada a Sevilla en autobús directo, con 90 kilómetros más.
Dijeron que el tren llegaría para junio; ya se sabe que no: con la obra detenida... En Sevilla me crucé con una turista que dudaba si visitar Granada o Córdoba. "¡Córdoba -le aconsejé sin dudarlo-! Puede ir en tren".
Los ciegos y otros discapacitados, al no poder conducir, estamos limitadísimos con estos servicios precarios. Además conviene incentivar el empleo del transporte público; o vamos listos: no hay sitio para tanto coche y urge que tomemos medidas contra la contaminación, pues el aire que respiramos en las ciudades produce más muertos que el tabaco.
Por favor, ¡tomen nota! ¡Hagan algo! ¿A qué se dedica el Ministerio de Fomento? ¿Por qué no vigilan el dinero que se roba; las chapuzas con que pretenden arreglar todo; la lentitud de los trabajos? Como lo que ocurrió cerca de Osuna: se gastaron un dineral en una vía del AVE que quedó abandonada. ¡A tirarlo! Como sobra...
¡Odio que tomen el pelo a los contribuyentes; que nos dejen sin un servicio tan indispensable como el tren! Ya que no puedo hacer otra cosa, "me queda la palabra", que diría Blas de Otero. ¡A protestar! Pero nadie me quita los disgustos de los últimos cuatro años. ¡Y lo que nos queda!
Pido cordura y sensatez.