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viernes, 4 de mayo de 2012

Depresión II: cómo salir.

En la entrada anterior traté de describir una mente enferma de depresión y apunté que todo se supera, mas no di pautas para alcanzar esta superación. Indicaré algunas, aunque no todas vayan a servir a todo el mundo; los procesos depresivos son tan diversos como los seres que los padecen. Además cada persona tiene sus condicionantes, su historia previa, sus cambios hormonales... En fin, comencemos:
Ante todo, el paciente ha de reconocer el problema; ha de saber que tiene depresión. Es importante que eso se comprenda en su ambiente cercano: familiares, amigos... Como dijimos en el artículo anterior, esta enfermedad está muy estigmatizada y es muy incomprendida... Por eso nuestro deprimido hipotético ha de verse rodeado de apoyo, de paciencia. No lo culpemos nunca por lo que padece, no lo instemos a esforzarse por estar bien apelando a su familia que sufre o a su vida que se esfuma... ¡Es muy dañino! Con ello damos a entender que si está mal es sólo porque él quiere y que puede mejorar a voluntad, pero no lo hace por flojera. ¿Imagináis esa actitud ante una hepatitis, una neumonía o una gastrointeritis? Ridículo, ¿verdad? Aquí es lo mismo. Hemos de respetar también su silencio, su desgana, aunque poco a poco podemos tratar de que salga de sí mismo con determinadas actividades: dar un paseo, ayudar en alguna tarea doméstica, etc.
Ha de ponerse en manos de profesionales, como ante cualquier otra dolencia. En este caso, los especialistas son los psiquiatras y los psicólogos. Se recomienda una terapia combinada de ambos. No estigmaticéis los psicofármacos del mismo modo que no ponemos objeciones ante otros medicamentos: si nuestros niveles de serotonina andan bajos, habrán de ser aumentados; si padecemos insomnio, habrá que poner remedio químico...
Poco a poco hemos de tratar de que el paciente realice algunas actividades atendiendo a sus centros de interés. El deporte es muy bueno, el ejercicio físico en general; se liberan endorfinas. Además contribuye a que la persona tenga un proyecto, algo por lo que levantarse y salir... También ayudan actividades colectivas como el canto coral: sentirse parte de un grupo, hacer música entre todos... La audición individual sirve de poco, propicia la distracción y la vuelta a las ideas obsesivas. Igual ocurre con actividades de lectura, estudio... realizadas individualmente.
Cada día pueden practicarse ejercicios de respiración: tumbado en la cama o en algún otro lugar cómodo, el paciente tomará aire por ejemplo en cuatro segundos, asegurándose de que se trata de una respiración costodiafragmática. Luego lo retendrá otros cuatro segundos y lo expulsará en seis. Para evitar distracciones y evasión de la mente, puede contar los segundos, incluso en voz alta. Se puede repetir el ejercicio antes de dormir, y por la mañana antes de levantarse.
Pasear al aire libre es muy aconsejable; mejor por sitios tranquilos, por el campo... Nada de bullas, ruidos, prisas...
Poco a poco se intentará que el paciente recupere aquello con lo que antes disfrutaba; esto ha de ser muy paulatinamente, porque si lo forzamos se puede estresar y sentir más culpable. Imaginemos que amaba ir a conciertos de la orquesta X. Si lo llevamos en plena depresión, puede ocurrir que no lo disfrute y se fustigue a sí mismo por el hecho de que ha perdido esa capacidad, esa sensibilidad.
 
Tratemos de que, en lo posible, tenga un horario organizado; que las horas de levantarse, de acostarse, de lavarse sean más o menos las mismas. Vigilemos que no abandone su aseo y cuidado personal, que haga las comidas reglamentarias... Si vive solo, puede descontrolarse más porque nadie lo vigila.
Hagámosle ver que lo queremos, que confiamos en él, que estamos ahí siempre. Si tenéis más dudas o comentarios, planteadlos y trataré de responder en la medida de mis posibilidades.
Gracias y suerte.
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1 comentario:

  1. Quiero suponer, y mucho me satisfaría por tu parte, que con estas entradas de 'liberación de sinceridad' está en la línea aceptable para paliar incluso eliminar el estado depresivo que te acucia.
    No soy psicóloga, ni psiquiatra. Tampoco mis conocimientos específicos van más allá de lo pragmático o lo que buenamente estudié en la carrera. Pero la experiencia múltiple al lado de personas muy cercanas me permite darte alguna pincelada. El 'enfermo', llamémoslo así, ha de sentir que su entorno le procura amor y cariño. Lo que no necesariamente equivale a consentimiento, ni a paternalismo, ni a blandenguería. Sino justamente a recta intención de conducir por senda segura a quien la necesita, y en la justa medida.
    Me parece muy oportuno que apuntes las actividades grupales, siempre preferibles a las de corte individual. En el Centro de ADISPAZ al que voy como voluntaria realizamos interesantísimas actividades con los chicos/as, muy dados a la depresión, en razón de su discapacidad. Resulta estupendo el taller de danzaterapia. También los talleres de Manualizaciones y de Pintura o Dibujo. Es de destacar la colaboración en trabajos de Jardinería. Los chicos se sienten seguros de sí mismos. Útiles, operativos y sobre todo, CONTENTOS, porque el aire libre les aporta luz, sol, color, calor y vida.
    Seguiría, pero por no prolongar más el discurso, casi que cierro.
    Sabes que siempre me tienes de tu parte, Rocío.
    Beso enorme

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