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viernes, 17 de junio de 2016

Festival Bach de Leipzig 2016. Día 7 y último para mi: Matthäuspassion / Pasión según san Mateo


Esta mañana volví a ir a una iglesia a presenciar mi última misa cantada. Era la Propsteikirche que el taxista no encontraba por ser búlgaro, pero que tuvo la amabilidad de apagar el taxímetro cada vez que buscaba.

Esta vez fue todo coral. Lo curioso es que cuando llegué, cinco minutos después del inicio del evento, estaban cantando el motete bachiano "Fürchte dich nicht, ich bin bei dir ["No temas, estoy a tu lado"]. Parecía ser el propio Bach quien me estuviese dirigiendo tales palabras, y precisamente esa mano amiga era lo que ansiaba; ambicionaba; buscaba desesperadamente dudrante mi lustro de crisis: alguien, algo que me levantara, me instase a emerger, me extrajera de la sima de infinita tristeza y me abrazase tiernamente exclamando: "Yo te he liberado. No temas, no temas: estoy a tu lado, te he liberado". Eso hace Bach: poner en boca de su dios y el dios de tantos las alentadoras palabras. En la segunda parte, la de "denn ich habe dich erlöset ["pues te he liberado"]", la voz de soprano entona un coral mientras en las demás cuerdas aparecen obsesivamente las frases "denn ich habe dich erlöset" y "du bist mein ["Eres mío"]", en una especie de fugato... En fin, perdonad mis imprecisiones: no sé nada de análisis musical. Esta disposición de las voces crea, al menos en m (y supongo que es lo que pretendió Bach) un estado de alivio; de liberación plena; de relajación; igual que cuando Rosina me absolvió de mis pecados con su frase: "Si lo que hiciste mal fue sin intención deliberada de causar daño, ¡entonces no eres mala!". Danke, Rosina: danke, meine Liebe! Du hast mich erlöset!

Cantaron también "Warum toben die Heiden", de Mendelssohn; gran admirador y estudioso -y descubridor- de Bach: ¿por qué me da tanta paz don Félix? ¿Qué tiene? ¿Tal vez por la sencillez de su música que algunos llaman demasiado dulce, demasiado edulcorada? El rico de Mendelssohn; afortunado hijo de banqueros judíos con su hermana Fanny a la que tanto quiso y que nunca pudo desarrollar su carrera musical por ser mujer, a pesar de su enorme talento.

Brahms también apareció por allí; el joven amante de Clara Schumann, aun delante de Robert su marido que acabara enloqueciendo e ingresado en un centro psiquiátrico después de su frustrado intento de suicidio (pretendía ahogarse en el Rhin). ¡Pobre Clara! Niña prodigio que tampoco pudo satisfacer plenamente su carrera, con un padre cruento e insensible, un marido frustrado por una lesión que lo conminó a abandonar sus estudios pianísticos y lo obligó a dedicarse por entero a la composición. Robert, que amaba a Clara, mas perdió la razón. El pobre oía de noche una nota, la misma insistentemente. El infeliz hubo de pasar largas temporadas en el sanatorio sin ver a nadie. Así murió tal genio, y supongo que CClara flirtearía platónicamente con el joven Brahms.



A las ocho de la tarde, el colofón; para mí, claro. Los festivales Bach de Leipzig se cierran cada año, indefectiblemente, con la Misa en Si Menor del gran Kantor, y eso ocurrirá el sábado, creo; ¿o el domingo? Yo, por desgracia, abandono mañana esta magnífica ciudad, aunque volveré muy, muy pronto. Danke, Leipzig! Danke, danke, danke! Ya a mis 13 años soñaba con venir a la tumba de Bach. ¡Ay! Estoy pensando en don Antonio Almaza, el profesor de música del colegio de la ONCE, a quien tanto debo. Gracias a él soy bachiana acérrima. Don Antonio no responde a mis mensajes y temo que le ocurra algo. He querido decirle muchas veces que he superado la depresión, mas me temo que no lo sepa. Hace poco murió su mujer, y él anda en una residencia de ancianos. ¡Antonio, Antonio, mi adorado profesor! Me llamaba "Rociín con acento en la í", y me pedía permiso para fumar en clase; yo no se lo ocncedía y él replicaba sencillamente: "Bueno, ¡je, je, je! Me lo fumo de todas formas, mi chica, aunque no debería, ¡je, je, je! ¡Ma-ra-vi-lloooo-so, mi chica!". Así era siempre, hasta cuando te comunicaba que se quería morir: "¡Je, je, je! ¿Qué hago yo ya aquí, mi chica? Soy un ciego inútil: ¡la puta ceguera! Es duro, pequeña. ¡Ay, mi Rociín, mi pobre, je je, je!". "No digas eso". "Es que la depresión es una mala cosa, pequeña".

Un día, cuando terminé la educación básica y, a mi pesar, salí del colegio de la ONCE de Sevilla, fui a visitarlo a su casa. Entonces hube de afrontar un conflicto protocolario de alta seriedad: no sabía si llamarlo de tú o de usted porque ya no era mi profesor -aunque sí mi maestro, y sigue- y estábamos en otro contexto; entonces trataba de evitar las formas comprometedoras hasta que, no recuerdo cuándo, él me otorgó el permiso. Francamente, me parecía fuera de lugar referirme a él como don Antonio cuando estaba invitada en su casa tomando café y en un ambiente distendido y de amistad sincera.
El día de la mencionada visita me dijo unas palabras que jamás olvidaré:

"Si yo estuviera en la iglesia de santo Tomás de Leipzig y pudiese tocar el órgano que tocó Bach, te juro que me tiraría al suelo y me echaría a llorar".
Me entraron ganas de abrazarlo, pero con mis padres delante me daba vergüenza.

¡Don Antonio, querido maestro! Por favvor: dime que estás bien, ¡dímelo! Lee estas líneas. Lee que el año que viene te llevaré a Leipzig, donde no tocarás el órgano de Bach porque no existe, mas intentaré que te permitan desplegar tu arte en la Thomaskirche! Don Antonio, amado profesor, querido maestro: ¡responde!!! ¡Responde!!!



¡Vaya, cuánto me enrollo! Lo de la pasión va, pues, en otro artículo.

3 comentarios:

  1. Ya no sé qué más decirte Rocío pero es que no puedo evitar dejarte un comentario en cada post que publicas. Es que sigo casi sin creérmelo, pero es cierto... ¡esta es la Rocío auténtica, sí señor! ¡Qué maravilla!

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  2. Hola Rocio, te imagino absorta y con una sonrisa que escásamente muestra la inmensa alegría y pasión que la música y sus genios te inspiran. Eres muy afortunada al poder vivirla en tu lugar de ensueño, por haber tenenido un profesor sensible y gran didacta y por tus padres que resonaron contigo respetando tus deseos y pueden seguir acompañándote casi en la sombra. Siento que al admirarte a tí, admiro a todos los que han caminado a tu lado.

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  3. Hola Rocio, te imagino absorta y con una sonrisa que escásamente muestra la inmensa alegría y pasión que la música y sus genios te inspiran. Eres muy afortunada al poder vivirla en tu lugar de ensueño, por haber tenenido un profesor sensible y gran didacta y por tus padres que resonaron contigo respetando tus deseos y pueden seguir acompañándote casi en la sombra. Siento que al admirarte a tí, admiro a todos los que han caminado a tu lado.

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