A seis kilómetros de Ludlow está el Richard's Castle, pero no el castillo de nuestro Richard, aunque él bromea constantemente sobre el particular. Jorge llegó a preguntarle esta mañana si hacía uso del derecho de pernada. ¡Oh, no! Un caballero tan gentleman como mi Richard. :-)
Está el castillo en medio del prado, junto con la iglesia, anterior a los normandos creo recordar; del siglo XI. ¡Uf, mi memoria! Hay tanto dato...
Próxima parada: las afueras de Worcester; casa natal de Sir Edward Elgar. Estaba yo pensando que qué supone que a uno le den el "serato" (palabra recién inventada por mí). El título de caballero, quiero decir. A lo mejor van siempre en clase businnes en los aviones, o tienen preferencia en las colas para el banco o la estación... ¡Ja, ja, ja! ¿Si no, qué, que va Su Majestad la Reina, te toca con la espada y se acabó? Al menos tendrán un club de seres, perdón, de sires. A propósito: ¿Su Majestad de quién? ¿Su d él, de ella, de ellos?
Creo recordar que a mi amigo cósmico Hawking -Hawking, Stephen Hawking- le ofreccieron la distinción de caballero y se negó. Claro: si todos somos polvo de estrellas. Imaginad: no puede haber un polvo más valioso que otro. ¡Hala! Eso suena raro y todo. Este mensaje toma unos derroteros insospechados.
Elgar vivía muy bien, con su jardín, su casita de madera y Alice, su esposa, perteneciente a una clase social muy superior que se dedicó en cuerpo y alma a protegerlo y a atender todos sus deseos: ¡así cualquiera, Eduardito! ¡No me fastidies! Había un piano original, partituras y podían oírse grabaciones de 1919 dirigidas por el propio Elgar, con la fritura de fondo característica de los gramófonos. Elgar era tendente a la depresión. Cuando en 1920 murió Caroline Alice, su abnegada señora, no sé cómo pudo soportarlo.
Todas las últimas noches de los Proms... A ver, me explico: en Londres hay un festival los veranos que dura dos meses o tres, los famosísimos Promenade Concerts. El último día es a comienzos de septiembre y en la segunda parte se interpretan piezas que canta todo el público: "Jerusalem" de Parry, "Rules Britannia" de Thomas Arne y la famosísima marcha de "Pompa y Circunstancia" de Elgar a la que no sé quién puso letra y convirtió en himno: "Land of hope and glory". Por supuesto la cosa finaliza con el famosísimo "God shave the Queen"... ¡Uuuuf" "Save", "save", que se me enfada la Elisabeth. Por cierto: ¿la melodía es de Händel? Me resulta curioso que los alemanes tengan un himno escrito en origen para el Kaiser del Imperio Austrohúngaro, con música de Haydn. ¿Sabéis que la palabra Kaiser viene de "Caesar"? En latín, Caesar se pronuncia "káesar", y era el césar el Emperador, la máxima autoridad; ave, Caesar. Los del Sacro Imperio utilizaban la misma palabra, claro, y se ha mantenido.
Comida en Worcester, que se pronuncia "wórster". Visita a la enorme Catedral gótica. Café en la propia catedral y ahora vamos de vuelta a Cranfield, pueblo de Richard; un lugar tranquilísimo en la Naturaleza, de 1000 habitantes creo.
Ludlow tiene 10.000 almas con sus correspondientes cuerpos, lo leí ayer en un mapa. ¡Sí, un mapa en Braille! Venían representados con diversas texturas el río, la muralla, las calles... Luego había una leyenda detalladísima explicando la historia del pueblo. En Cambridge también vi mapas para ciegos. ¡Qué maravilla! En estos países los gobiernos piensan en nosotros, no como en España, donde el Estado se lava las manos con la excusa de que existe la ONce.
Jorge y Richard son tan lindos, tan buenos, tan caballeros... ¡Los adoro! Aquél es el ejemplo de sensibilidad, cariño espontáneo que le sale por los poros; Richard encarna el prototipo de caballero británico: exquisitez, educación, prudencia, comedimiento, buen hacer además de una vasta inteligencia y gran amor a la cultura: libros antiguos, música (también antigua). ¡Como Mr. Bronlow, el librero de Oliver! Por cierto, voy a comprar el musical. ¿De qué coro serían aquellos niños?
Tanto Jorge como Richard emanan amor: amor del bueno, del puro. Me tratan como a su pequeña princesa y yo, reconozcámoslo, me dejo querer. ¿Tendré que aprovechar? ¿Cuándo voy a verme de nuevo acunada en brazos tan afectuosos? Lo de la cuna en sentido figurado, obvio.
El día se ha abierto y ahora hace sol, a las seis menos veinticinco. Voy a pedir a Change.org que se vuelva a la hora anterior a Franco. No sé por qué mantienen una hora de desfase con respecto a nuestro huso por culpa de que al Generalisisisisísimo se le metiera en el coquísimo que era mejor tener la misma hora que su amiguísimo Hitler. ¡Maldita sea, menuda irracionalidad! Otra cosa con la que se podría acabar de una vez es con el cambio de verano: ¡no se ahorra luz, eso es un mito! Por contra nuestros ciclos circadianos se ven alterados, los niños pequeños no quieren acostarse, los días se alargan de forma antinatural, hay más ruido en la calle, el sol se nos pone tras el solsticio a las 21:53... De pequeña siempre me preguntaba por qué cuando el astro rey se quitaba decíamos que se ponía. Como Celia pensé que los mayores, decididamente, estaban locos.
Los billetes y monedas de libras están muy bien hechos. Creo que para los euros han copiado en las monedas el ejemplo inglés. Los tamaños de los billetes brexitánicos son más diferenciados que los euriles. Disculpad mis neologismos, me cautiva jugar con el lenguaje.
Seguimos en el coche, escuchando el Requiem de Fauré. He comprado algunos discos de Colleges y me falta adquirir en Oxford uno de mi adoradísimo New College Choir; creo que va a ser "The art of choristers": ¡magnífico! Os juro que, si no esta Navidad, la que viene visito Cambridge y Oxford. ¡Oh! ¿Y por qué no ésta? Iré planeando. Las Navidades austroalemanas las he experimentado y pienso seguir haciéndolo, me apasionan. Ahora me faltan las británicas. Bueno, y las rusas ortodoxas: ¡ja, ja, ja! Puestos a faltar... Aludo sin embargo alprototipo de Navidad que siempre me ha cautivado el corazón, desde que tenía 12 años y mi padre extrajo del Departamento de Inglés del Istituto de Osuna aquellos discos de 78 revoluciones.
Ya he visto en directo a los Wiener, a los Tölzer, a los de Hannover, a los del Berliner Dom, a los del Freiburger Dom, a los Thomaner... Ahora toca incursión en los Colleges y Church Choirs: ¡síííí!
Fe de erratas: el Requiem que sonaba era el de Suflé; digo, Duruflé, y ahora el "Ubi caritas". Richard se sienta delante y a la derecha, porque es un coche brexitano. Le he dicho que, cuando se canse, me permita conducir, mas no me deja. ¡Eso que soy su princesita! Será por ello. Como buena princesa he de ser una inútil; no cocinar, no lavar, no planchar, no ocuparme jamás de cuestiones mundanas: ¡ya lo hará mi cohorte de sirvientes! Si no, ¿de qué van a comer? Yo, entre tanto, a cantar, bailar, ponerme -que me pongan- lindos trajes y zapatitos de charol... ¡Y a esperar al príncipe azul que yo soñé! ¡Un príncipe pitufo! Noooooo, colapso. ¿Tengo que extraerle sangre por ver su extraña coloración? ¿De qué planeta vienen? ¿Y los hematíes? Bueno, la sangre es irrelevante. Lo que cuenta es que sea guapo, noble, que me ame y que, por favor, tenga desde el principio su principal forma: ¡no me apetece besar a ningún sapo o tejer una capa con ortigas para que deje de ser cisne!
¡Oh, mi príncipe! Ven pronto.