Con un amigo, el profesor Hawking, delante de su colegio: Gonville & Caius |
Desde hace dos años, Stephen Hawking ha sido un gran inspirador en este blog; por eso no quise resignarme a perderlo tras su muerte. El único recurso que me queda para hablar con él es el sueño, o el sueño fabulado a la manera de Gamow con su Tompkins. En comentarios a mi artículo homenaje, pues, fui incluyendo estas menciones, pero se hicieron tan largas que ya merecen entrada aparte. Añadiré las nuevas que se me vayan ocurriendo. Espero que disfrutéis y que sepáis perdonar mis locuras.
24-IV-2018.
-¡Vaya: gracias por todos tus elogios y homenajes! Recibirlos es la única ventaja de morirse, aparte de contribuir a la evolución de la especie. Todavía me quedaban muchas cosas por hacer, pero... Sin muerte no hay vida; ya sabes.
-¿Qué? ¿Me estoy volviendo loca? ¡Profesor Hawking! Pfff... Pido cita urgente para el Psiquiatra; no hay más remedio.
-¡Tranquila! De acuerdo con tu teoría, ¿se considera enfermos mentales a todos los que dejan correr su imaginación? ¡Pobre de mí, entonces! Desde mi silla de ruedas he volado tantas veces... Y a tantos sitios; dentro y fuera de la Tierra, del sistema solar, de la galaxia... ¡Tú también! ¿No lo recuerdas?
-¡Ja, ja! Mi caída iniciática desde la torre de Pisa.
-Te quedó bonita la historia: ¡gracias por tratarme tan bien! Pero... No sé qué habría ocurrido si te hubieses dedicado a la Física. ¡Destrozaste tú solita varias leyes de la Naturaleza!
-¿No me dijiste que imaginara?
-Así me gusta; ya vas aprendiendo. "La fantasía es más importante que el saber porque el saber es limitado".
-¡Cita de tu colega Albert Einstein!
-¡Premio! ¿Conoces a Jean-Do Bauby? ¡Menudos paraísos se montaba en su cabeza!
-¡Claro! El de la escafandra y la mariposa. ¡Qué horror! Es como vivir una eterna pesadilla: absolutamente bloqueado. Pero mira: ¡llegó a escribir un libro a base de parpadeos! ¡Sois grandes vosotros; qué capacidad! ¡Enseñadme a crecer!
-¡Ja, ja! Crecerás hasta que mueras, amiga mía.
-¡Oh! ¿Por qué no esperaste? ¡Cuánto me hubiera gustado conocerte en persona!
-Deja de llorar o inicio un simulacro de enfado; no, no me apetece cabrearme en serio. Por más que te empeñes con todas tus fuerzas, mi joven sentimental, las lágrimas no resucitan a nadie; ahorra pues tan absurdo gasto de energía: ¡vamos! ¿Qué dejarás entonces para cuando te bloqueen en What's App? ¡Brava: así me gusta! ¡Sonríe!
-¡Contigo es inevitable!
-¡Ajá! Equivoqué mi profesión: ¡tenía que haber sido payaso en vez de físico!
-¡Ay! Ahora lloro de risa.
-Bien: siempre logro lo que quiero. Me voy. Duerme: ¡lo necesitas! ¡Y no estés triste, por favor! ¿Has olvidado la consigna?
-¿Cuál?
-It matters that you don't just give up.
-¡No: no me rindo! Te lo prometí, ¡y yo cumplo mis promesas!
-De acuerdo. Serénate ahora. Volveremos a vernos, ¡y yo también cumplo mis promesas!
-¡Hasta pronto, amigo Stephen!
Portada. |
04-V-2018.
Queridísimo Stephen:
Estoy leyendo Agujeros negros y tiempo curvo de Kip Thorne. Me recuerda a Patricia, compañera del Colegio Mayor en mi primer año como estudiante universitaria. Ella cursaba Farmacia y tenía dos frases predilectas: "amo la ciencia" y "Einstein era un genio". Entonces el libro acababa prácticamente de salir al mercado y yo me preguntaba qué sería eso del tiempo curvo. Patricia tiene una farmacia, lo descubrí en la red; pero no sé nada más de ella.
Thorne me enseña que, en las proximidades de un agujero negro, la gravedad tiraría de mis pies hacia abajo, de mi cabeza hacia arriba y de los lados hacia adentro. Eso es la espaguetización, ¿no? Si se me permite el término. También me adentra este "nobelado" señor en la relatividad. ¡El tiempo del techo y el del suelo no es el mismo! ¿Y para qué discutir por tonterías, si todo es relativo? Con una mayor formación científica en la población, habría más respeto y tolerancia porque la gente comprendería lo absurdo del provincialismo y las fronteras; no sería dogmática; asumiría sus errores y los del prójimo como algo normal; sabría rectificar y disculparse... ¡Y muchas otras virtudes! Un país no invierte en ciencia porque es rico: es rico porque invierte en ciencia. ¡Más presupuesto, les ruego!
Ya no podrás resolver mis dudas ni apreciar mis progresos. El 17 hará dos años que decidí ser tu amiga, pero Facebook no me lo recordará con un vídeo porque no existe ninguno. Quizás en un presente alternativo... Hm: dejémoslo; vaya a ser que por cambiar una variable se estropeen cien y a saber dónde nos conduce la aventura.
Desde ese día, cuando vi la peli, redacté el artículo en mi blog y tomé entre lágrimas A brief history of time, he aprendido muchísimo; primero por homenajearte y enseguida para satisfacer mi propia curiosidad, la avidez de conocimiento que provocaste en mí. ¡Gracias; gracias!
Aquí tengo también Einstein para perplejos. José Edelstein relató hermosas anécdotas sobre ti, y yo me entristezco al pensar que no he podido verte en persona. Te debía un agradecimiento y un fuerte apretón de mano. Las lágrimas acuden a mis ojos cuando lo pienso, pero entonces te imagino diciendo, con esa vieja voz sintética que no quisiste cambiar pese a los muchos progresos en el campo: "Si te lamentas ahora, pronto lamentarás haberte lamentado". Casi aprecio esa sonrisa sardónica que ya no podías transmitir al mundo por culpa del bloqueo muscular. ¡Oh, querido! ¿No te agobiaba esa extrema lentitud comunicativa? ¡Qué injusto! Pero... Ya, ya te estás enfadando; mejor no alterarse por lo que no puede ser modificado. Sin embargo, todos tenemos nuestro corazoncito. ¡A veces no lo puedo evitar! ¡Ayúdame! He de seguir aprendiendo, como deseas, y para ello necesito la mente clara. ¿Cómo voy a adentrarme en la relatividad y lo cuántico con un nudo en la garganta y el cerebro embotado de pena? Pero, aprovechando que estás aquí: ¿me dejas llorar cinco minutitos? ¡Sólo eso! Luego me sereno y vuelvo a mi felicidad natural. Me duele que no puedas confortarme con tu presencia ni con tu apoyo: ¡fuiste mi paradigma durante casi dos años! Ahora... Bueno, ahora también.
Me hacía mucha ilusión comentarte en Facebook, por más que supiera que no redactabas personalmente los artículos y que no ibas a leerme nunca. Me mantenía al día de tus investigaciones y actividades y eso era una forma de contacto, ¿no? ¡Qué inyección de moral verte tan dinámico! En los últimos meses andaba preocupada por la ausencia de noticias y... ¡te fuiste! Me alegro de que no hayas sufrido en el proceso.
¡Hasta pronto! Seguiré comentando lo que voy aprendiendo. Y sí: ahora exclamo con Patricia que Einstein era un genio.
Recreación artística de un agujero negro |
10-V-2018.
-¡Gracias por tu curiosidad e interés! ¿Qué estás aprendiendo últimamente?
-¡Oh, profesor Hawking! ¿De nuevo me visitas?
-¡Ja, ja! Yo no hago nada; no olvides que he muerto.
-Pero...
-Vamos, déjalo. ¿Qué has aprendido?
-Que la degeneración electrónica no alude a la amoralidad y depravación irremisible de estas partículas, sino a su comportamiento en situaciones de gran compresión; sufren claustrofobia y les da por agitarse, ¿no era eso?
-Me encanta: ¡divertidísima! ¿Qué más?
-Que Chandrasekhar era un genio y que Eddington lo trató fatal. ¡Fue tremendamente injusto! ¿Por qué lo hizo?
-¡Ay, querida! Compartimos esa sensibilidad extrema a las injusticias. El campo de la ciencia es como cualquier otro: no se libra de la envidia, la competitividad, las traiciones o la ambición.
-¿Sabes? Quiero leer de nuevo tu Breve Historia del Tiempo para cotejar el progreso de mis conocimientos en estos dos años. La pena es que voy a ser siempre ignorante en Matemáticas, analfabeta numérica; no podré acercarme nunca de verdad a la ciencia.
-¿Ya estás autolimitándote? Sé curiosa sin dejarte cegar: ¡todos tenemos lagunas! Pero si las utilizamos como excusa para no seguir avanzando...
-Claro; es verdad. Sólo que podría disfrutar más si poseyera mayor discernimiento; mayor comprensión...
-Poco a poco: nadie te impide profundizar, como llevas haciendo con aplicación desmedida e inagotable. ¿Te cuento un secreto? Tus progresos me conmueven, me hacen muy feliz. ¡Vas por el camino correcto! ¡Enhorabuena!
-¡Adoro esto de las estrellas! Si pudiera... pasaría largas horas contigo dejándome fascinar por tus explicaciones.
-¡La evolución estelar! Has dado en el clavo: me encanta hablar de eso. ¡Cuidado! Podría saturarte, pues no tengo límite: ¡ja, ja!
-Es sorprendente que genios como Einstein se negaran a admitir el concepto de agujero negro.
-Sí: se les antojaba demasiado extraño y misterioso.
-¡Pero Einstein no tuvo ningún problema en derribar los cimientos de la Física! Eso supuso mayor ruptura, ¿no?
-¡Qué rápido aprendes! Lamento que no tuvieras buenos maestros y los estímulos adecuados para dedicarte a la ciencia: eres crítica y escéptica y se te da bien pensar.
-¿Ves? Yo también lo lamento: ¡ya no tiene remedio!
-¡Ay, pobre! ¿Vas a llorar ahora por eso? No era mi intención provocarte el llanto, sino todo lo contrario. ¿Cuántas veces he de decirte que la queja no conduce a nada? Has avanzado muchísimo en 24 meses; de manera autodidacta y sin formación científica previa. Eso tiene gran mérito. Cuentas con bastante tiempo, esperemos, para seguir disfrutando de nuevos aprendizajes: ¡aprovéchalo! No trates de competir; de llegar a una meta. Satisface solamente tu curiosidad. Pero... ¡basta! Voy a enfadarme seriamente como sigas así. ¿Recuerdas la frase de Tagore? "Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas". ¿Qué hago contigo? ¿No reaccionas hoy? ¿Pretendes agotar mi energía, o acaso buscas que te compadezcan? ¡Pobre ignorante sin remisión, vergüenza de la raza humana! Mereces ser arrojada a un agujero negro. ¡Vaya: por fin sonríes! Un esfuerzo ímprobo, amiga.
-¡Lo siento!
-No, no te preocupes; sólo quiero que abandones esos complejos tan estúpidos. ¿Me vas a hacer caso?
-Si tú me lo pides...
-Indefectiblemente, me salgo siempre con la mía. ¡Gracias! Ahora duerme. Necesitas el cerebro despejado para continuar tu viaje por el conocimiento. Volveremos a vernos. ¡Adiós!
-¡Espera! ¡No te vayas! Quería decirte que... ¡Ooooh, no!
DAMTP Universidad de Cambridge |
12-V-2018.
-¿Qué es eso del no pelo de los agujeros negros? ¡Los físicos me estáis volviendo loca! Entre el sabor de las partículas, los números cuánticos, el antiuniverso...! Y yo aquí, embarcada en estas cuestiones pese a mi ignorancia; todo sea por homenajearte.
-Sí: nos van las metáforas.
-Y Wheeler, que no creía en esta solución para la muerte de estrellas masivas, acabó otorgándoles el nombre actual.
-¡La pasión de los conversos! ¡Ay! Perdona: me estoy acordando de mis apuestas con Thorne y Preskill: ¡cómo nos divertíamos!
-Menos mal que te dedicaste a la física y no a apostar, querido.
-¡Bah! Perder era lo de menos.
-¡Qué risa con los pelos! Ayer no pude reprimir las carcajadas leyendo a Thorne. ¿Y dices que los agujeros negros podrían lucir una rutilante cabellera?
-Ahí andamos: ¡qué lástima no seguir investigando, ahora que se descubren ondas gravitacionales! En fin: que continúen mis sucesores; habrá que dejarles espacio.
-Me ilusionó verte allí de jovencito, en el equipo de Sciama, luchando contra el tiempo. ¡Brillante época aquélla!
-Sí: yo estaba empezando a trabajar seriamente por primera vez. En Oxford dedicaba al estudio sólo una hora diaria. Pero claro: al parecer me quedaba tan poco tiempo, que como no me diera prisa terminaría mi existencia antes que la tesis.
-¿No te angustiaba eso?
-Al principio sí, obvio; llegué a deprimirme: un diagnóstico semejante no es plato de buen gusto para nadie. Pero... Enseguida pensé en lo absurdo de dilapidar mis últimos meses: la pérdida hubiera resultado mayor.
-¡Qué grande; qué fuerza! Me enseñaste tanto... Cuando viniste a mi vida llevaba ya desperdiciados varios años por culpa de la crisis.
-Lo sé, amiga mía; pero no olvides que la depresión es una enfermedad y que no somos responsables de ella. En esa época hiciste lo que pudiste hacer. ¡Basta! También te sirvió de aprendizaje... y para conocerme, ¿no?
-¡Claro! Muchas gracias. Jamás olvidaré tu ayuda, tu enorme regalo.
-¡Por todas las estrellas! ¿ Cada vez que nos veamos vas a acabar llorando? Tendré que dejarte para siempre, entonces.
-¡No, por favor! Es que me emociono.
-Perfecto: ¡eso es bueno! Evidentemente, estoy bromeando. ¿Quieres que hagamos una apuesta? Si lloras en la próxima ocasión... ¡Ja, ja! ¿Qué puede ganar o perder un muerto? Dejémoslo. Recuerda, mi incansable aprendiz: ¡el lamento no sirve de nada! Continúa leyendo. ¡Adiós!
-¡Gracias! Eres magnífico.
Kip Thorne |
14-V-2018.
Queridísimo Stephen:
Menos mal que no apostamos nada, porque estoy llorando otra vez. Iba a dejar el libro de Thorne hasta mañana, pero entonces empezó a hablar de ti y... Claro: tuve que seguir. Me he conmovido profundamente por el cariño y la inmensa amistad que te profesaba y por cómo te describe. Relata esa escena del curso de verano en los Alpes que ya conocía por el libro de Jane; aquella vez que él, Jane y los niños, y no recuerdo si alguien más, salieron de excursión y se extraviaron mientras tú esperabas abajo. Cuenta que una de las cosas más bellas fue ver tu amplia sonrisa y tus lágrimas al recibirlos cuando finalmente aparecieron. ¡Pobre! La preocupación no te permitía ni comer.
¡Ay, tu brillante idea de 1970! ¿Por qué se inspirará uno más de noche? ¿Recuerdas la carta que te escribí, arrojándola a la blogosfera con la tenue, más bien casi nula esperanza de que algún día la encontrases? Tuve que levantarme a las cuatro de la mañana y permanecí ocupada hasta las ocho: ¡fue un impulso! La retoqué en los días sucesivos, pero el grueso estaba ya hecho. Me levanté casi a pesar de mí misma, abandonando la paz del sueño aunque fuese consciente de lo inadecuado de transcurrir la noche en vela; como si algo externo a mi propia voluntad me dirigiese. ¿Eras tú? ¡Ja, ja! El cerebro reestructura lo aprendido durante el día cuando estamos durmiendo; tal vez, si despiertas en el proceso, aparecen ideas locas y censurables en otros contextos, pues el córtex prefrontal se desinhibe. Entonces, si uno es un genio, otorga el toque de osadía necesario para aventurar algo novedoso y... ¡Eureka! ¡Cuánto envidio a los científicos por esos momentos únicos de revelaciones! ¿Qué sentiste tras el descubrimiento?
¡Vaya penita! Gozaste de poco éxito con tu anuncio de que los agujeros negros se evaporan. ¡Pero al final tuvieron que admitirlo! Incluso Zeldóvich.
¡Qué hermosas habían de ser esas reuniones de genios! ¡preclaras mentes! Los pobres ignorantes como yo estamos lejísimos de alcanzar tales esferas: os profeso una enorme admiración. Jane pensaría lo mismo y lamentaría no poder acceder a esos terrenos selectos. A veces le dolería la escisión; como si los niños y ella fueran inferiores y viviesen a la sombra de tu intelecto. Cuestiones delicadas, obvio; pero... ¡qué bonito! Pienso en vosotros como pareja y también me conmuevo. Por fortuna volvisteis a tener relación cordial tras tu ruptura con Elaine. ¡Grande Jane Wilde!
Thorne también destaca tu inagotable humor, magnífico aliado en épocas difíciles: ¡ay, cuán poco se valora este aspecto para la salud emocional!
Te dejo, mi gran amigo, con lágrimas en los ojos y esa reiterada tristeza por no haber podido conocerte en persona. Nuestra comunicación se habría visto muy limitada en cualquier caso, ¡pero no importa! Precisaba únicamente estrechar tu mano y balbucir un ahogado "gracias"; sólo eso porque el nudo en la garganta no me hubiera permitido otra cosa. Recién diagnosticado de ELA, cuando pensabas que tu tiempo iba a concluir, fantaseabas con salvar a alguien para otorgar así un sentido a tu breve existencia. Querido mío: ¡conmigo lo has hecho! En 2016 no necesitabas aquella justificación original, pero creo que debes saberlo porque tu aportación a mi dicha presente es inmensa. Tal vez me hubiera visto avocada al colapso si tú no hubieses aparecido. ¡Gracias, gracias de nuevo! No puedo darte la mano ni abrazarte como mereces, ¡y bien que lo siento!
Perdona: ya no sé qué decir, la emoción me lo impide. ¡Te adoro, Stephen!
Portada |
24-V-2018.
Sigo aprendiendo: fluctuaciones del vacío, espuma cuántica probabilística, censura cósmica, conjetura de protección cronológica, tazas que pueden convertirse en rosquillas sin rasgarse y demuestran que hay singularidades en los agujeros negros... A propósito: ¡qué ilusión! Roger Penrose vive aún. Es que, cuando conozco a grandes genios, o bien han fallecido o están a punto de morir. ¡Buaaaah! Amigo Hawking: no puedo viajar al pasado para verte en persona.
He terminado el libro de Thorne: ¡qué bien hecho está! Me encanta. Pero tengo que profundizar en esos conceptos tan difíciles; aunque, sin destreza numérica...
-Sí, mi querido Kip: ¡echo de menos a tantos...! ¡Colapso! Las leyes de la Física impiden a los muertos añorar cualquier cosa: ¡ja, ja! Por cierto: esa explicación tuya de la topología ha de ser mejorada [guiño].
-¡Gran Stephen! Me hubieras sido tan necesario para resolver dudas... ¡Y ya no estás!
-No soy el único: ¡pregunta a otros! A José Edelstein, por ejemplo. Kip se alegraría también de tus progresos y de cómo llegaste a la ciencia por querer homenajearme. ¡Huy! Si no estuviera muerto, me sentiría bastante halagado.
-¿Por qué no esperaste?
-¿otra vez? ¿Acaso decidimos conscientemente el momento de morir? ¡Basta ya! Sigue leyendo.
-¿Qué leo?
-¡Ay! ¡Estás imposible! ¿No has dormido bien, o qué te ocurre?
-¡Es que me duele que ya no vivas con nosotros!
-Y a mí me duele verte tan atascada y espesa: ¡vamos! ¡Elige una obra divulgativa y continúa explorando el conocimiento!
-¿Átomo, de Asimov?
-Bien: ¡de los agujeros negros a los átomos! A ver si vas a ser tú, pequeña curiosa, quien halle las claves unificadoras entre la relatividad general y el mundo cuántico: ¡ánimo! Eso tiene Nobel. ¡Disfruta con lo que aprendas y no abandones tu entusiasmo, tu deseo de saber!
-¡Gracias por estimulármelos!
-Venga: ¡no llores, querida! ¡No pierdas tiempo y energía tontamente! Abre el libro.
-De acuerdo. ¡Hasta pronto!
Abadía de Westminster |
16-VI-2018.
Ayer te enterraron en la Abadía de Westminster, junto a otras personalidades. ¡Kip Thorne dio un discurso en la ceremonia! Y tu voz, pronunciando un mensaje de paz, viaja por el espacio: ¡qué romántico!
¿Has logrado explicar a Newton que no existe el éter y que su espacio y su tiempo absolutos son el espaciotiempo relativo? Shakespeare te sonríe porque utilizaste una cita de Hamlet para dar título a uno de tus libros. Decide homenajearte con sonetos, aunque le cuesta entender conceptos como "agujero negro" y "entropía". Purcell compone su ópera Beagle basada en los viajes que Darwin no para de relatar. Haendel, entre tanto, casi ha terminado su Oratorio Cuántico: ¡hermoso coro de bariones y fugato de leptones! Pero creo que el más brillante es el arioso muónico. A Chaucer se le resiste eso de las partículas y decide escribir un cuento a la antigua usanza. Thomson y Rutherford se sorprenden ante tanta partícula elemental y a lord Kelvin lo asombra el rápido avance de la Física en poco más de un siglo. Dickens se plantea escribir una novela inspirada en ti, pero no tiene prisa: cuenta con toda la Eternidad para hacerlo.
-¿Qué dices ahora? ¡Vaya un derroche de imaginación! ¡Explótala: dedícate a escribir!
-No soy tan inteligente y creativa como para eso, gran Stephen. ¿Sabes? He leído libros de Gamow y me alegra que utilice mi método onírico. ¡Qué divertido!
-Ciertamente, tienes mucho del señor Tompkins. ¡Sigue fantaseando, amiga mía!
-¡Oh, te echo de menos!
-Pues mejor dedícate a leer: es más rentable. ¡Qué pena no haber podido asistir a mi entierro! Es hermoso sentirse tan apreciado. A veces, uno tiene que esperar a morir para que le lleguen los reconocimientos; en mi caso no ocurrió así. Me gustaría daros las gracias a todos, pero ya es tarde.
-No te preocupes. Vivirás siempre en nuestro recuerdo; es una forma de inmortalidad, ¿no?
-Sí, y no tan tediosa y desesperante como la vida eterna: ¡vaya tortura! ¿Por qué la ofrecen como máximo galardón tantas religiones?
-Hm... ni idea. Me he preguntado lo mismo con frecuencia. Mientras tanto llamaban al mundo "valle de lágrimas".
-¡Pues peor para ellos! Malgastaron su precioso tiempo. ¡No lo hagas tú: nunca! ¡Lee; curiosea; explora; aprende; disfruta; ama; sonríe: vive!
-¡Claro! Eso es lo que hago, ¿no crees?
-Por supuesto; mas quiero que lo tengas siempre presente; también en momentos difíciles.
-Prometido. ¡Gracias, Stephen!
Modelo esquemático de un átomo |
19-VI-2018.
Queridísimo Stephen:
Me está gustando Átomo. Asimov divulga muy bien, pero hay conceptos que creo que no me quedarán nunca claros: spin, números cuánticos... Voy por la fusión nuclear. A propósito: ¡qué bien relatado el capítulo de Thorne sobre la bomba atómica! ¿Sabes que una noche soñé con el atolón del Pacífico destruido por la bomba H? ¡H de horror! Tuvo que ser una pesadilla aquel pulso entre potencias. ¡Qué mal trató Teller a Oppenheimer! ¡Ay! Me aterra que esta loca especie disponga de la tecnología para aniquilar el planeta en diez minutos.
-Sí, querida. Yo no entiendo que se demonice a los físicos teóricos por haber posibilitado estas horribles armas mientras que los militares siguen siendo considerados héroes.
-Pero, ¿por qué no claudicaron todos?
-Eran tiempos de guerra y había mucha presión y mucho miedo: en principio con los nazis, que demostraban de sobra su afán de sesgar vidas sin el mayor remordimiento. Stalin no les iba a la zaga, como sabes. En fin: no voy a extenderme ahora con la Guerra Fría.
-¡Pues estuvieron a punto de eliminar la civilización! Pienso que somos egoístas e insensatos y albergo pocas esperanzas para un mejor futuro. ¡Mira la lentitud en promoverse acuerdos y medidas contra el cambio climático; los fanatismos religiosos; los gobiernos dictatoriales o intolerantes; la progresiva falta de cultura voluntaria en países desarrollados con medios a un clic de ratón!
-¡Basta: no vuelvas a llorar! Todo eso es cierto y lamentable, pero poco arreglas estallando en lágrimas. Intenta cambiar lo que puedas desde tu posición; denunciando, escribiendo... Yo redacté y pronuncié discursos contra la barbarie nuclear y a favor de una sólida educación y formación científica. En ello reside la clave: ¡cultura; amplitud de miras; conocimiento! Sólo así podremos respetarnos; a nosotros y al planeta. Pero... ¡anímate! ¡Pobre joven! Te toca sufrir por culpa de una sensibilidad hipertrofiada: es algo que compartimos. Rodéate de buena gente, que la hay, y procura ser feliz, contribuyendo en lo que puedas al bienestar colectivo.
-¡Muchas gracias! Perdona. ¡Es que me afecta todo tanto...!
-Lo entiendo. Descansa ahora. Otro día, si quieres, hablamos del spin y del resto de números cuánticos. Empiezas por lo fácil, ¿eh? Las partículas y su comportamiento nos intrigan a todos. ¡Hasta pronto, mi luchadora incansable!
Portada |
20-VI-2018.
Hoy he aprendido que los átomos tendrían que ser llamados polítomos y los positrones antielectrones o, en todo caso, positones; igual que hay antiprotones, antineutrones y antineutrinos. Claro que no hubiera sonado tan bien un cerebro antielectrónico en los robots de Asimov; lo de "positrónico" le da un toque más misterioso.
Veo que hay muchos parámetros que se conservan: la energía, la carga eléctrica, el spin, el momento angular, el número leptónico y el bariónico... ¿Estos números se asignan en función de si la carga es positiva o negativa? ¡Madre mía, detectar un neutrino! No puedo concebirlo. ¿Cómo se ve la cara a las partículas, algo tan minúsculo? Y si encima son de ésas que no interactúan con nada...
¡Números mágicos! ¿Acaso los físicos se volvieron místicos y esotéricos?
-¡Detente! En ciencia no hay nada mágico; todo se demuestra y se explica. Lo que ocurre es que somos amantes de las metáforas y de nombres literarios. El número mágico alude a un número de protones o neutrones que hacen al núcleo atómico más estable frente a la desintegración: ¡así de simple!
-¡Pues me vais a volver loca con las denominaciones! Ya, ya sé que no os ha dado por creer en los milagros. ¡Qué maravilla! Se reduciría el dogmatismo con una educación científica más amplia, porque la ciencia no tiene ningún problema en adoptar teorías completamente nuevas si se demuestra que las antiguas, válidas hasta entonces, presentan fallos o no han sido consideradas debidamente.
-¡Claro! Muchos critican este aspecto, tildándonos poco menos que de oportunistas. Pero..., ¿cómo se puede ser tan atrevido; es que quieren saberlo todo de golpe? Más bien desean no aprender, enquistados en convicciones a las que ni siquiera se molestaron en llegar por sí mismos: ¡dogmas de fe; principio de autoridad! Es muy peligroso, ¡y tremendamente pobre! Razonar con gente así resulta imposible, pues sólo pretende que no se la saque de su creencia. Luego nos piden a nosotros que demostremos lo indemostrable: ¡vaya falacia; qué trampa dialéctica! Demuéstrame que no has visto ahora mismo una vaca volando: ¡ja, ja!
-¡Ay, qué gracioso! He tenido problemas con personas de ese tipo; su intransigencia asusta.
-Sí, querida; a mí me dan pena: se están perdiendo tanto... Recuerda: la ciencia es humilde. Descubrimos y aprendemos siempre, ¡y siempre nos quedará una inmensidad por conocer! ¿No es maravilloso?
-¡Bellísimo, en efecto! Esa idea eliminó de un plumazo mis complejos de ignorancia y me hizo posible avanzar sin trabas. ¡Gracias! ¡Abriste para mí las puertas del universo!
-¡Qué grandilocuente! Gracias a ti: me emociono al pensar que haya podido contribuir tanto a tu dicha.
LHC, colisionador de Hadrones del CERN |
24-VI-2018.
Ya me voy aclarando: los hadrones están hechos de quarks; si tienen dos se llaman mesones y si tres, bariones. El protón y el neutrón son bariones, nombre proveniente de una palabra griega que significa "pesado"; al contrario que los leptones, de la palabra que significa "ligero". Los mesones son los piones, kaones; partículas muy inestables. Los hadrones se ven sometidos a la interacción fuerte y los leptones no; éstos últimos son fermiones, llamados así por Enrico Fermi: electrón, muón, tau y tres neutrinos, con sus antipartículas. Luego están las partículas de intercambio relacionadas con las cuatro fuerzas fundamentales; se llaman bosones y son éstos: gluones, que median en la interacción nuclear fuerte; fotones, en la electromagnética; bosones W y Z en la débil y gravitones en la gravitatoria. El bosón de Higgs explica la masa de las partículas, pero no es portador. ¡Al menos ya tengo una estructura! Otra cosa es que lo comprenda bien, algo que sólo puede hacerse con ecuaciones y experimentos. Asimov ha sido más claro que tú: ¡lo siento mucho!
-¡Vaya! Progresas a un ritmo vertiginoso, amiga mía! Tales conceptos son duros para los no iniciados y divulgarlos resulta arduo. No pueden confinarse en un capítulo de un libro... Sí: muchos interrumpieron la lectura de A brief history of time cuando llegaron a este punto. ¡Pero tú no te rendiste y sigues investigando! ¡Gracias!
-Me llama la atención que los neutrinos, tan poco masivos, puedan ser determinantes en si nuestro universo será abierto o cerrado, y que para buscar estas partículas en el Sol hubiera que enterrar los detectores a tanta profundidad. Evitando interferencias, obvio. Llevo unos días sin leer. Es que, como hace calor, suelo bañarme en la piscina. Voy a empezar La búsqueda de los elementos, también de Asimov.
-¡Magnífico! ¡Qué capacidad! Sigue así: con aplicación entenderás más y más cosas, y encima reestructuras tu cableado cerebral, fortaleciendo las sinapsis.
-¡Ay! Admiro a los físicos porque comprendéis la materia.
-Bueno: comprenderla... Yo siempre he sido curioso; me he preguntado desde niño cómo funcionaba el mundo. ¡Ja, ja! He roto tantos juguetes para descubrir su mecanismo... En la adolescencia debatía con mis compañeros sobre el universo... ¡y mira! En principio quise estudiar matemáticas, pero acabé siendo físico.
-¡Vaya nombres! Color, sabor, encanto, extrañeza...
-Sí; algunos de ellos no muy afortunados, por cierto, pero cuando se difunden ampliamente y todo el mundo los usa..., ¿quién los cambia?
-Claro, la inercia. Te dejo, a ver si leo un poco.
-¡Hazlo! Hoy me has sorprendido muy gratamente. ¡No abandones nunca ese afán; esa curiosidad!
-No, ya no puedo; ¡es como una droga! Pero sin efectos nocivos: ¡todo lo contrario! Hasta pronto.
-¡Adiós, filocientífica!
Portada |
26-VI-2018.
-Hoy no vengo a hablarte de Física, sino de intolerancia y fanatismo.
-¡Oh! ¿Estás llorando? Con lo bien que íbamos últimamente y lo orgulloso que me haces sentir... Venga: tranquilízate y dime qué te ha ocurrido.
-Varias feministas radicales aseguran que Simone de Beauvoir aportó a la Historia más que Darwin: ¡menudo disparate! En vez de luchar por la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, se van al polo opuesto. La palabra "machismo" nos evoca represión, falta de libertad, injusticia histórica y violencia mientras que "feminismo" sugiere liberación, modernidad y progreso. ¿No se dan cuenta de que son dos caras de la misma moneda? Si pasamos de un extremo al otro, seguimos en el mismo sitio. He discutido con una y le he dicho que Darwin fue a la Biología lo que Einstein a la Física y que está a la altura de grandes como Galileo, Newton, Maxwell o Planck. "¿Y a las mujeres científicas te las pasas por el forro?". Respondí que de ninguna manera; que admiraba a muchas, como a Hipatia, Emy Noether, Rosalind Franklin, Jocelyn Bell, Rita Levi-Montalcini..., pero que si no abundan porque antes no podían estudiar ni trabajar, no íbamos a intervenir en el pasado. Ignora la importancia de Darwin, carece de cultura y además no sabe escribir, ¡y me pide que lea! ¡Y que lea la Wikipedia: qué gracioso! Ella no va más allá, por supuesto.
-¿y algo así te altera tanto? ¡Me voy a enfadar contigo! ¿Quién es esa persona?
-Una de las redes sociales, no la conozco; pero lo de que Beauvoir vale más que Darwin lo sostienen varias escritoras, como una inglesa o una periodista sevillana que acaba de escribir un libro sobre esta filósofa ídolo de las radicalizadas. Tienen mucha influencia y fanatizan a todos; destruyen el idioma buscando una supuesta inclusión; borran el pasado y se cargan la Historia...
-Bueno: ¿y qué? ¡Aléjate de ellas! Siempre hay gente interesante con la que hablar y compartir vivencias y de la que puedes aprender mucho. No pretendas cambiar tú solita a la Humanidad, y cambiarla a tu medida: ¡eso no es tolerancia! Por muy segura que estés de llevar razón: ¡resulta facilísimo ser tolerante con quienes piensan igual que uno!
-Cierto, ¡pero me aflige que actuemos así! Ya lo decía Einstein: es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Constituimos la misma especie, y sin embargo nos empeñamos en dividirnos y luchar por tonterías.
-Eso viene pasando desde el principio de los tiempos, querida. Por favor: ¡no te sofoques! No merece la pena discutir con tales personas, y mucho menos alterarse.
-¡Pero es que nos estamos haciendo cada vez más burros e incultos!
-¡Ay, pobre! Fórmate tú y busca gente interesante, repito. No estás sola, aunque seas minoritaria en muchos círculos.
-¡Minoritaria, eso es! ¡Incluso amigos míos me ven rara; hay temas que he de evitar! Y si comento que soy atea... estoy perdida. ¡Que eso ocurra en el siglo XXI, y en un país democrático y aconfesional...!
-¡Para! Voy a tener que ponerme serio, algo que detesto completamente. ¿Buscas acaso la aprobación de la mayoría? ¡Lo dudo! Has llegado a tus ideas por convicción propia, y seguirás avanzando del mismo modo. Siempre encontrarás personas afines con las que sintonices: ¿por qué te importa tanto el resto? Procura vivir en armonía y ayudar a los más próximos. Denuncia lo que no te gusta, si quieres: escribiendo, propagándolo... Otra cosa no puedes hacer. ¡Y deja ya de llorar, que amenazo con darte un tirón de axones!
-¡Gracias!
-Bien: olvida todo esto y no pierdas más el tiempo. ¿No quieres leer hoy?
-Sí: voy por la alquimia. ¡Ah, curioso: gas viene de "caos"!
-Sé prudente, mi científica; te vaya a dar por reproducir los experimentos de Humphry Davy u otros e incendies la casa en un descuido: ¡ja, ja! Pronto llegarás al flogisto, y luego al padre de la química, Lavoisier, brutalmente asesinado. Mañana comentamos tus nuevos descubrimientos: ¡eso sí es interesante! No inviertas energía en lo que no lo merece, ¿me oyes? ¡Ni una sola lágrima!
-¡gracias de nuevo! Adiós.
-Adiós, quijotesca amiga.
Galileo Galilei |
25-VII-2018.
-Hace tiempo que no sé nada de ti: ¿te encuentras bien? Como te dejé tan preocupada la última vez...
-Oh, sí, perfectamente: ¡gracias! Es que me fui ocho días a Suiza, cerca de Lucerna, y luego he estado en un curso de música antigua en Galaroza, pueblecito de la sierra de Huelva.
-¡No vives mal, por cierto! ¿Sigues leyendo?
-Sí, pero menos debido a mis múltiples ocupaciones estivales: ¡qué estrés [guiño]! Me encanta la Historia de la Ciencia de John Gribbin, voy por Hooke. Lástima que Newton le profesara tanta antipatía, pues fue genial y tuvo muchas y variadas ideas. También sigo con Asimov, ahora me sumerjo en Momentos estelares de la ciencia. Es un librito breve.
-¡Gribbin! Tienes buen gusto. ¿Sabes que es astrofísico? ¿Y qué decir del prolífico y polifacético Asimov?
-Una pregunta: si pudieras viajar al pasado y visitar a uno de nuestros genios, ¿con quién te quedarías?
-Difícil: hay tantos grandes... Pero me siento particularmente unido a Einstein y a Galileo.
-¡Qué curioso! Naciste justo 300 años después de la muerte de Galileo, el 8 de enero de 1942, y falleciste un 14 de marzo, día en que nació Einstein, y a los 76, como el gran Albert.
-Sí: ¡ya tienen tema algunos crédulos! Mira, podemos hablar de los dos: ¿qué te parece? Galileo es el primer científico moderno; alguien que cuestionó el absurdo principio de autoridad de los antiguos simplemente por medio de la experimentación y la observación.
-¿Es verdad lo de que arrojó dos bolas desde la torre de Pisa, una de madera y otra de plomo, ante un grupo de espectadores para ver cuál caía primero?
-Probablemente no, pero concuerda con su carácter. ¡Mira lo sencillo que hubiera sido desmontar a Aristóteles en este aspecto, como a tantos otros que sostenían teorías absurdas y fácilmente refutables! Sin embargo, su palabra se mantuvo inalterada durante siglos: ¡y ay del que osara cuestionarla! Una vez más, el fanatismo contra el progreso. Imagino al pobre Galileo, a la sazón un anciano de 69 años, en aquel juicio idiota; cansado y ojeroso tras días de estúpidos interrogatorios. ¡Qué tristeza hubo de sentir! "Yo abjuro, maldigo y aborrezco mis errores" -exclamaría con un nudo en la garganta y el agrio sabor de la injusticia.
-Eppur si muove! No creo que lo dijera, sabiendo las ganas que le tenía el Tribunal de la "santa" Inquisición.
-Ciertamente: un riesgo innecesario. ¡Pobre; cómo le amargaron sus últimos años! ¿Sabías que iba a ser músico y que tocaba el laúd y el órgano?
-¡Claro! Su padre, Vincenzo, era músico y teórico de la música, pero quiso hacer de él un médico por los beneficios económicos que podía reportar la profesión. Al final, ni una cosa ni otra. Mira: seguimos hablando de intransigencia, cerrazón y fanatismo: ¡no se acaban! Últimamente están de moda los antivacunas y los que renuncian a medicamentos en favor de la homeopatía: ¡inconcebible!
-Absurdo: ponen en riesgo su vida y la salud pública.
-Bueno, te dejo. Voy a documentarme leyendo el libro de Edelstein y Gomberoff.
-¿Cuál, Antimateria, magia y poesía? ¡Lo tengo en mi biblioteca! O... En fin: a veces olvido que he muerto.
-¡Hala, qué casualidad! No, es otro de este mismo año: Einstein para perplejos.
-¡Ah, interesante! Lástima no poder leerlo.
-Yo te lo comento.
-Muy bien: ¡gracias! Einstein fue un auténtico genio: revolucionó la Física por completo, derribando nada menos que los aparentemente sólidos cimientos newtonianos. Ojalá ocurriera otro tanto en breve y pudiésemos hallar las claves para unificar todas las interacciones de la materia. El Santo Grial de los físicos: una sencilla y elegante ecuación, como la icónica E=mc2, que nos desvele el comportamiento de la Naturaleza en su conjunto; desde la relatividad a lo cuántico.
-¡Qué pena que fallecieras antes! Tenías que haberla descubierto tú.
-Bueno, eso da igual. La ciencia avanza; unos conocimientos derivan en otros. El Hombre siempre ha sido curioso, y dicha curiosidad lo encamina hacia el progreso.
-¡Conmovedor! Somos ciencia.
-No lo dudes. ¡Hasta otra! Sigue aprovechando el tiempo, bibliófila.
01-VIII-2018.
-Hoy estaba leyendo en Einstein para perplejos sobre la paradoja EPR y la solución de Bell. ¡Oh, cuán poco he entendido! No comprendo cómo arregla Bell el problema de la transmisión a distancia y cómo se las apañan los ordenadores cuánticos: tal vez cambien según los miremos o actúen aleatoriamente.
-¡Qué graciosa! Adoro tu humor.
-Tuve tantas dudas que pregunté a una amiga profesora; me dijo que esos conceptos son imposibles de asimilar sin una base, que empiece por el principio. El principio, en mí, sería la aritmética elemental: ¡buaaaah! Es inútil: ¡no podré acercarme a la ciencia!
-¿Otra vez? ¿Ahora vas a preocuparte por no entender algo que tenía desquiciado al mismísimo Einstein? ¡Ja, ja! Su crítica, sin embargo, hizo avanzar la teoría; como con el error de la constante cosmológica. Pero... ¡no llores! ¿Crees que hay alguien capaz de comprender el mundo cuántico? ¡Claro que puedes acercarte! Eso del nivel es muy relativo, como diría mi amigo Albert [guiño]: no abarcarás de igual modo un tratado de Física que un blog de divulgación. Eres una persona inquieta y estás avanzando mucho: ¿qué te turba, pues?
-¡Que tengo que empezar de cero, y ya es imposible!
-¿A qué llamas cero? ¿Y qué significa "empezar"? Ni que fueras una tabula rasa: ¡ja, ja! Si experimentas curiosidad por algo, ¡infórmate sobre ello! No te compliques tanto; no tiene sentido.
-¡Pero mi cerebro está bloqueado para la ciencia: carece de lógica, de destreza matemática...!
-Todo es entrenable. Además, ¿se puede saber adónde quieres llegar? No entiendo tus pretensiones ni la frustración que manifiestas. ¿Vas a competir, a presentarte a examen? Relájate y, simplemente, sé curiosa.
-¡Es que me avergüenzo de mi ignorancia!
-¡Déjalo ya! El mayor ignorante es quien se niega a aprender; quien cree saberlo todo. ¡Cuántos de ésos van por el mundo sin complejos! Me estás cansando con tu repetitivo y absurdo discurso que agota en vano, pues no nos lleva a ningún fin. Olvídate de las grajeas de conocimiento: has de esforzarte para lograr tus metas. ¿Piensas que los genios no trabajan?
-Oh, ¡no te enfades! Siento molestarte. Me voy: ¡ya no te importuno más! He sido tan osada...
-¡Espera! ¿Puede saberse qué te ocurre? Tu comportamiento sí que es un misterio impredecible, hija mía. Todo es mucho más simple; rabiosamente simple, diría yo: si quieres aprender algo, lo aprendes y si no, lo obvias. Cuentas con muchísimos medios para resolver dudas; con muchas personas a las que preguntar e infinidad de fuentes: libros, páginas web... El lamento, en cambio, no te lleva a nada. Bueno, sí: a perder un tiempo precioso.
-Es verdad: me lo has dicho tantas veces... ¡perdona por haberte disgustado!
-¡No lo has hecho! Pero como sigas con la misma queja vamos a romper las amistades.
-¡No, por favor! ¿me explicas el entrelazamiento cuántico?
-En otro momento; ahora descansa. ¡Y deja de autolimitarte! Vamos: estoy muy orgulloso de ti.
-¡Gracias! Pero... eso de que una partícula influya en otra...
-¡Ay, señora obstinada! Deberías irte a dormir.
-¡No, no! Explícame, por favor.
-En buena hora te pedí que fueses curiosa: he aquí las consecuencias [guiño]. Imagina que la Sociedad Geográfica de Londres organiza dos expediciones al mismo tiempo: una al Polo Norte y otra al Polo Sur. Cada equipo recibe un sobre cerrado; uno de los sobres contiene un mapa rojo y el otro un mapa verde. Ambos grupos conocen este dato, pero ignoran a quién le ha correspondido cada mapa. Cuando llegan al polo tienen que abrir los sobres. El jefe de la expedición al Polo Sur descubre que su mapa es rojo: ¡Milagro, el otro es verde! ¿Cómo se sabe desde tan lejos? ¡Magia; influencia a distancia!
-Hombre, es que... Así cualquiera.
-Bueno, claro que la analogía no es idéntica. Se trata de la conservación del spin de dos partículas producidas al mismo tiempo; el de una es positivo y el de la otra negativo para que la suma total dé cero. Cuando medimos el spin de una sabemos automáticamente el de la otra. He simplificado un poco; pero la idea... Ahora te ordeno sin demasiada contundencia que vayas a reunirte con Morfeo: es tarde según tus parámetros temporales.
-¡Oh! Siento haberte molestado.
-¿Molestarme tu deseo de aprender? ¡Nunca! Pero no quisiera que te saturases. Venga, ¡otro día seguimos!
¡Mil gracias!
-No hay nada que agradecer: ¡me encanta hablar contigo! Y ya sabes: por mucho que le pesara a Einstein, Dios es un jugador incansable que esconde los dados para que no podamos verlos.
-Así combate el aburrimiento. Claro: sin azar y tiempo no estaríamos aquí, aunque yo retiraría la atribución divina del proceso.
-¡Ja, ja! Es una metáfora.
-Einstein tampoco creía en la expansión del universo. No hubiera podido yo imaginar que el curioso efecto sonoro de las ambulancias alejándose se refiriera al mismo fenómeno que el desplazamiento al rojo de las líneas espectrales de galaxias lejanas, clave para apreciar cómo se separan.
-¡Vaya, y dices que no sabes nada! Aunque habría que aclarar que se debe no a un efecto Doppler, sino al estiramiento del espacio intergaláctico a medida que pasa el tiempo. Las ecuaciones de Einstein lo describían perfectamente, pero él se negó a creerlo en 1917.
-¡Huy, qué cosas más complejas!
-No, no es difícil. Gira 45 grados a tu derecha, por favor; quiero verte bien la cara.
-¡Ay, perdona! No me doy cuenta.
-Es normal, por supuesto; no te disculpes. Ya sabes: los videntes solemos mirar a nuestros interlocutores a los ojos [guiño]. Por otra parte deseo verificar hasta dónde me sigues. Bien; ahora escucha: si el espacio se estira mientras la luz viene hacia nosotros desde otra galaxia, la propia luz se estirará a longitudes de onda más largas, ¿comprendes? Eso provoca que la veamos desplazada al extremo rojo del espectro. El universo era más pequeño en el pasado por no existir ese espacio vacío y ello significa que hubo un comienzo en un punto increíblemente denso, algo que los astrónomos de 1930 se negaban a admitir. Lemaître lo aceptó, mas fue objeto de burlas; sin duda influyó en contra su condición de sacerdote romanocatólico. Muchos pensaron que eso de la gran explosión tenía resonancias bíblicas: "¡FIAT LUX!".
-¡Ja, ja!
-¡Y yo que quería hacer la tesis con Fred Hoyle! Una suerte que no quedaran plazas, porque no me hubiese convencido su universo estacionario.
-Ya estoy imaginando los dos grupos en la cafetería: "¡se expande!". "¡No se expande!".
-Lo del fondo cósmico de microondas zanjó la cuestión.
-¡qué envidia pertenecer a esos círculos intelectuales! ¡Quién poseyera una mente como la tuya!
-¿Vas a empezar otra vez con las quejas? ¡A insistente no te gana nadie! Eso puede ser una virtud para algunas cosas; ¡pero no en este momento, te lo garantizo! ¡Basta!
-¡No, no te enfades de nuevo!
-¿Quién dice que me he enfadado ahora o que lo hubiese hecho antes? ¡Te gusta inventar! Mas hablemos de Física: desde aquel 1917 en que Einstein no daba crédito a sus ecuaciones hemos avanzado mucho en cosmología, y ahora que se detectan ondas gravitatorias y con proyectos como Ska podremos asomarnos a ventanas que nos resultaban invisibles.
-¡Magnífico! Siempre me animas: ¿cómo lo haces?
-Eso está bien. No vuelvas a llorar por ignorante: ¡distas mucho de serlo!
-¡Gracias! Seguiré investigando.
¡Así me gusta! Descubre; indaga; sé curiosa. Aunque hoy ya no, astuta embaucadora: ¡conoces mis puntos débiles! Buenas noches.
13-VI-2019.
Queridísimo Stephen:
El día de Navidad descubrí que habían transcrito en la biblioteca de la organización de ciegos españoles ONCE, con desacostumbrada rapidez por cierto, tu obra póstuma Breves respuestas a las grandes preguntas. Decidí empezar a leerla el 28 para que valiera como un hermoso regalo de cumpleaños. Fíjate: ¡obsequio post mortem! Me encantó y me emocionaron mucho las palabras de Thorne y de Lucy. ¡Cómo incitabas a tus hijos a ser curiosos; qué maravilla!
Confieso que me bebí el libro en tres días: lo explicas todo de una forma tan magnífica... ¡Oh! Incluso descubrí frases y pensamientos que te había atribuido en mi imaginación, formulados allí casi literalmente. Mi pregunta preferida es la de si hay Dios. ¡La nada es siempre algo! Partículas que bullen, chocan, y de pronto... ¡zas: un universo! Claro: energía y masa son lo mismo.
Yo también había observado la paradoja de interrogarse por lo anterior al Big Bang cuando el tiempo entonces no existía. Es como querer saber qué me ocurrió años antes de nacer: ¡ja, ja!
-¡Anda, si sigues por aquí, leyendo y explorando! ¡No me habías abandonado! Estoy al corriente de tus progresos y me alegra muchísimo que hasta te llamen para divulgar.
-Así de mal está la divulgación [guiño]. Es broma, evidentemente.
-Tú puedes llegar muy bien al público con tu experiencia, demostrando que es posible disfrutar de la ciencia aun sin formación al respecto; sólo hace falta un poco de inquietud y curiosidad. A propósito del libro, sí: es absurdo indagar sobre el momento anterior al origen del tiempo porque no existía tal tiempo. ¿Recuerdas aquel punto diminuto del que hablamos?
-Claro, el universo naciente. A medida que retrocedemos en su historia, se va encogiendo.
-¡Exacto! Hasta que llegamos a un agujero negro infinitesimalmente pequeño y denso. ¿Qué pasa con el tiempo en los agujeros negros?
-Eso es fácil: que se detiene; los relojes se pararían, en el hipotético caso de que pudieran soportar las extremas condiciones de una región tan poco apetecible.
-No te preocupes, no te llevaré de turismo a un horizonte de sucesos. Has dado la respuesta correcta, pequeña cosmóloga; no esperaba menos de ti. Antes de que el tiempo apareciera no podía haber ningún creador para organizarlo todo, y después tampoco interviene manejando las leyes de la ciencia a su capricho; entonces no serían leyes y el mundo se regiría por el voluble humor de divinidades a las que conviene no disgustar. Eso pensaban los antiguos hasta que fueron encontrando las causas de más y más fenómenos que los sorprendían y atemorizaban por creerlos insólitos y azarosos.
-Tú como Laplace, que no necesitas la hipótesis de Dios.
-¡Gran lectora! ¡Felicidades!
-¿Y por qué hay tantos que encuentran consuelo, incluso esperanza en una vida futura y eterna?
-¡Huy, qué torturante! Y ni siquiera podría uno morir para dejar de repetirse en bucle. Trascendemos de muchas otras formas: con nuestros genes, con nuestra obra... Y los átomos siguen por ahí recombinándose. Polvo de estrellas: tan bello y poético como para no necesitar reemplazo. Sería erróneo desaprovechar nuestro tiempo a la espera de promesas celestiales. Lo que tenemos aquí y ahora es suficientemente hermoso: ¡hay tanto por aprender...!
-Sí, y adquirimos rápidamente cultura de nuestros antepasados, de los libros; es un continuum.
-Cierto; una transmisión muchísimo más rápida que la genética.
-¡Qué pena, ya no puedes escribir más!
-¡Tú y tus quejas! Recuerda que sin muerte no hay evolución; no hay vida.
-Obvio, pero... Cuando se va alguien a quien tenemos aprecio nos sentimos huérfanos.
-De nada sirve lamentarse: poco arreglamos. No voy a resucitar; la entropía no se revierte.
-¡Ja, ja! Me río tanto contigo...
-Oye, ¿por qué no escribes tú?
-¿Yo? ¡Estás loco! ¿Sobre qué?
-Sobre lo que estás aprendiendo.
-¡No hay nada nuevo; eso ya se sabe!
-Los divulgadores exponen precisamente lo que ya se sabe, y tú lo haces con frescura y originalidad.
-Me quieres demasiado.
-Lo razonable: ¡ja, ja! Piénsatelo.
-¡Muchas gracias! A ver qué leo ahora.
-Hasta la próxima, querida anécdota cósmica.
05-VII-2019.
¡Hola de nuevo!
Cuando tenía 10 años escribí a la sección de preguntas de una revista infantil para ciegos con la siguiente cuestión: "¿cómo se creó el universo?". Era la única alumna que no asistía a Religión y muchos compañeros, además de algunos profesores, me acosaban por el hecho de que fuese atea: "¿Qué había antes del universo?". "Nada". "¿Y cómo va a surgir un universo de la nada, quién lo creó?". "El Big Bang". "¿Y quién creó el Big Bang?". "Nadie". "Ah: entonces hay dios". "¿Quién creó a Dios?" -preguntaba yo a mi vez. "Dios no tiene ni principio ni fin". Así se quedaban tan contentos dejándome con la impresión de que no se podía argumentar. Un niño de mi clase colocaba a diario un crucifijo en mi mesa. Era bastante grande, de los que había colgados por todas las aulas; eso ya con la Democracia avanzada (1990) y en un colegio de la organización de ciegos ONCE, no religioso. "Éste es tu dios" -solía exclamar. A mí no me importaba; sólo me sentía mal porque tenía que quitarlo para colocar mis cosas. Un día me cansé y lo escondí en otra ala del colegio, recibiendo broncas por ello cuando se supo: "¡tú no respetas la religión de los demás!" -dijo una profesora delante de toda la clase. "¿Yo? ¡Son ellos los que no me respetan!" -exclamé dolida por la injusticia. El caso llegó a Jefatura de Estudios y los responsables fueron castigados (intervino mi padre, obviamente), pero ésa es otra historia. !Mira de dónde procede mi interés por la Cosmología.
-¡Genial! También tú reflexionabas sobre las grandes preguntas: ¡así se hace! Pero..., ¡huy, perdona!
-¿De qué te ríes?
-Te imagino recorriendo el colegio con el crucifijo... ¿No te preguntaron nada?
-No encontré a nadie. Lo llevaba en una bolsa de plástico y atravesé con él el patio hasta llegar al ala del Ciclo Inicial, donde estaban las clases de los niños pequeños, de 1º a 5º (yo iba a Sexto). Allí lo deposité en un lavabo. "¡A ver si me molestan ahora!" -me dije. Todo se descubrió porque me confié con un amigo y él se chivó a la profesora. Me sentí traicionada y muy triste cuando vi que ésta excusaba al acosador: "¡busca el crucifijo! ¡Has extraviado material del aula!"" -gritó. "Ya no está allí". Me hubieran castigado si no hubiese intervenido mi padre.
-¡Pobre! Lo siento mucho. ¡Qué pena que te hicieran odiar las Matemáticas! Ibas para cosmóloga: ¡ja, ja!
-Cinco años después leí sobre polémicas en colegios alemanes donde alumnos y familias pedían la supresión de crucifijos.
-¡Ay, mi pequeña beligerante! Me hubiera gustado haberte conocido entonces; habría respondido a muchas de tus preguntas.
-No, pero yo no era tan curiosa, lo normal. Y si hablamos de mis torpezas...
-¡Basta! Eso ya lo hemos discutido largamente. ¿Qué pensabas responder a quien te preguntara dónde ibas con el crucifijo, que lo llevabas en procesión?
-No me lo había planteado; caminaba despreocupada. He sacado este tema porque, si entonces hubiera sabido lo que sé ahora, podría haber enriquecido el debate sobre la Creación.
-¿Qué hubieses dicho?
-Que la nada no existe, que lo que hay son fluctuaciones cuánticas: pares de partículas que bullen y chocan, aparecen y desaparecen como burbujas de vapor hasta que algunas llegan a la masa crítica y se expanden.
-Claro: hemos de acudir al mundo cuántico para entender el origen del universo.
-Y como masa y energía son la misma cosa y existe muchísima energía en muy poca masa, en un determinado momento tiene lugar esa explosión espontánea a la que Hoyle llamó Big Bang mofándose de la idea de Lemaître.
-Progresas veertiginosamente. Cada vez estoy más convencido de que serás tú quien descubra las claves unificadoras entre la Relatividad y lo cuántico [guiño].
-¡No te burles!
-Me conoces poco y casi me ofendes si piensas que lo hago: sólo bromeo. Tus avances, tu curiosidad me alegran tanto.... ¡No! ¿Vas a llorar otra vez?
-¡No quería ofenderte!
-¡Maldita sea! ¿Qué hago contigo? ¡No me has ofendido, no me has ofendido! Agotas mi paciencia, mas no llores por haberme agotado. ¡Vamos, relájate! ¿Estás leyendo algo?
-The Grand Design.
-¡Ajá! Ya no puedo dedicártelo, pero sigue comentándome lo que aprendas. ¡Ay, qué divertida historia me has contado!
-¿Divertida? Casi me cuesta un castigo. Al menos suscitó debate en el colegio. Luego muchos me bombardeaban: por qué estoy bautizada, por qué celebro la Navidad...
-No conozco a ningún bebé capaz de oponerse a su bautismo. La Navidad fue, como sabes, una absorción en todos los aspectos de las Saturnalia romanas. Los cristianos dijeron sin ningún fundamento que Jesús nació en esa fecha y aprovecharon todo lo demás: hermandad, regalos, adornos...
-Desconocía eso entonces, pero les dije que mi fiesta no gozaba de significación religiosa; me llamaron hipócrita.
-¡Qué ignorancia tan supina y cuánta cerrazón mental! Estas cosas me enfadan muchísimo. ¡Si hubiese estado allí...!
-Una maestra me preguntó cómo tenía un nombre cristiano siendo atea. "Yo no me puse el nombre -repliqué-. Además no es cristiano: me llamo Rocío por el rocío de la mañana". "Pues podías haberte llamado Camiseta". Por su culpa, varios niños se burlaron de mí durante un tiempo: "¡camiseta, camiseta!".
-¿Se puede ser más estúpido? ¡Vaya educación! En vez de fomentar el pensamiento crítico, acosan a quien tiene ideas propias. ¡pobre criatura!
-Pues a mí no me importó; pensaba justo eso: que la maestra era bastante tonta.
-¡Bravo! No todas las personitas de diez años son tan maduras. ¡Enhorabuena!
-¡Que no era madura, de verdad! Te hubiera decepcionado si me hubieses conocido.
-Nunca lo sabremos; ¡pero deja de infravalorarte!
-Vale, sigo leyendo.
-¡Bien! Hoy me has hecho reír: ¡gracias, pequeña escéptica! Por cierto: ¿qué te contestaron en esa revista?
-Nada satisfactorio, eludieron la pregunta. Sólo que la Tierra tenía 4.500 millones de años. No olvidé el dato.
-¡No vuelvas a decir que no eras curiosa! Si te hubiesen descubierto la ciencia... Ahora lo estás haciendo por tu cuenta: ¡nunca es tarde!