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viernes, 24 de diciembre de 2010

Nuestro concierto de ayer


Ayer fue un día de emociones intensas. Hm, me ha resultado una frase algo tópica, pero cuando el tópico responde a la verdad... Por la mañana estuvimos ensayando dos horas y media en el auditorio; los primeros treinta minutos viendo cuestiones de colocación y organizando nuestra salida al escenario. Aun así dio tiempo de repasar todo el programa menos la segunda parte del "Laudate pueri dominum" de Mendelssohn, que se revisó por la tarde porque faltaba una de las solistas.
A las seis, es decir, una hora antes del concierto, ya estábamos convocados pero dio tiempo a poco porque se nos avisó en el último momento de la retirada de uno de los coros del encuentro: el director había tenido un hijo aquella mañana (Puer natus in Granada). Ambos conjuntos participantes tuvimos que estirar el programa: nosotros añadimos una pieza navideña holandesa y otra granadina armonizada por Juan Alfonso García.



El primer coro era de personas mayores y entonó villancicos populares; nosotros no pudimos verlo, obviamente: mientras actuaba nos dedicamos a vocalizar y a perfilar los últimos detalles. "Rrrrío, rrrrío, rrrrrío, bella rrrosa purpuriiia [¡ay, qué sequedad de garganta; y al concierto no voy a poder llevar la botella de agua], dinonnn danonnnn dinonnnn danonnnn [¿me dará tiempo de ir al baño?], rrrío rrrío rrrío rrrío [¡madre mía, un La agudo! Si hago eso ahora me destrozo la voz justo antes del concierto]".
¡Por fin! La fanfarria de don Manuel anuncia nuestra inminente aparición. Ya salimos cantando una pieza en hebreo que el coro podría adoptar como himno, pues suele acompañar frecuentemente sus inicios. El efecto de la entrada no pudo apreciarse bien porque el público, en lugar de esperar al director, aplaudió desde que empezamos a salir. Es bueno llegar cantando, templa los nervios.
El concierto salió mucho mejor de lo que yo esperaba. Mi atención tiene que triplicarse porque, obviamente, no veo los gestos del director. Los inicios son fáciles, me guío por la respiración de los compañeros. En cuanto a la dinámica, como la hemos trabajado en los ensayos... No recordé sin embargo que dijimos que íbamos a acortar el fortísimo "Halleluja" de "Am Neujahrstage" y mi voz se quedó resonando sola, pero callé rápidamente. En la tercera estrofa del Coventry Carol hubo un problema general, no sé a qué pudo deberse; yo estaba pendiente del dibujo del arpa para ir sobre seguro, pero en mi posición apenas la oía... ¡Si incluso me costaba distinguir la línea de las mezzos! Y la de las altos, no digamos. ¡Oh, qué bien lo hizo Ceterni Fernández, la joven arpista! ¡Enhorabuena!

Curiosamente, la garganta no se me resintió y además no estaba nerviosa en absoluto, lo que me permitió disfrutar del canto. Dicen mis padres que no paré de mover la mano marcando el ritmo y que me giraba hacia el lado: ¡Uf, ni me di cuenta! Temían que en algún momento me volviese de espaldas. ¡Y yo sin advertirlo! Llevaba el Braille Lite (un anotador pequeño con línea braille) más que nada por seguridad; bueno, sí: me fue necesario en el texto de "this little babe". Las demás piezas las sabía de memoria, pero en algunas quería ir revisando la partitura y en otras el texto; como es obvio, los ciegos no podemos leer ambas líneas simultáneamente.
La ovación fue grande y al final cantamos ambos coros el "Noche de paz". Tuve que memorizar la letra en español en el último instante, pues no estaba previsto... Sí, hijos: yo me sé este villancico en su idioma original, "Stille Nacht, heilige Nacht"... Cuando lo canto en otro me suena a impostura y no me gusta tanto... ¡Eso que hay traducciones y versiones como para que me haya habituado! Pero nada: yo quiero interpretaciones próximas a la original de Gruber, con ese aire salzburgués... Ésta, por ejemplo.
Palomares, el director, nos dio a continuación un discurso muy emotivo. Dijo que reflexionáramos sobre nuestras quejas por el excesivo trabajo y el estrés que implica la preparación de eventos como éste, pero que con ello nos brindaba una oportunidad tal vez única y que, si iban a ser maestros, tenían que plantearse retos de esa clase porque el futuro de la música está en las escuelas y en sus manos; si no luchan, todo está perdido... Nos agradeció el esfuerzo y nos pidió que aspiráramos siempre a algo mejor, pues incluso los coros profesionales han de superarse día a día: "la música nunca está hecha". Y luego concluyó diciendo que ya no iba a dar más conciertos con el Coro de la Facultad de Ciencias de la Educación. ¿Cómo? ¡Con lo que me había ayudado la experiencia! Ahora que acabo de empezar lo deja... Afloraron lágrimas a mis ojos. Todo ocurrió en unos pocos segundos, una cadencia suspensiva del habla que, afortunadamente, tuvo final feliz: "[...] en este año". Un suspiro de alivio y un "Aaaaaaah" salió de todas las bocas y después aplaudimos con ganas. "No os vayáis, que quiero despedirme de vosotros uno a uno". ¡Qué hombre tan humano! ¡Cuánta pasión, cuánto amor pone en lo que hace! ¡Cómo aprecia a sus alumnos! En clase nunca se enfada, aunque tenga motivos sobrados para ello: falta de atención, de estudio, etc. Echa la bronca en el mismo tono que emplea para indicarnos que vayamos al primer compás del segundo sistema... ¡Y se gana el respeto de todos! "Cuando estéis en clase con los niños, no gritéis que os infantilizáis" -comentó en una ocasión. ¡Ay, hijo mío! Si yo me callase esperando que esa actitud produjera silencio en mis alumnos, se pasaría la hora y ellos, tan felices con su cháchara sin interrupciones del plasta del profe. De hecho, ya me ha sucedido varias veces. Igual en la primaria se puede controlar eso mejor, se los puede llevar al orden más fácilmente que en los niveles a los que yo imparto... ¡Señor Palomares, asesóreme! Quisiera ser como él: siempre paciente, siempre sonriente... ¡Gracias, muchas gracias por transmitir tu amor por la música y el canto coral a generaciones de jóvenes!
Os deseo a todos unas muy felices fiestas.

martes, 21 de diciembre de 2010

Tres veces en el Falla


En menos de una semana voy a acudir tres veces al Auditorio Manuel de Falla, ¡y la tercera como una de las cantoras! Sí, parece increíble. Como sabe quien me conozca o quien haya leído mi otro blog y partes de éste, adoro el canto coral. Aquí en Granada he estado en un coro amateur, pero se disolvió; este año llevaba ya tiempo queriendo formar parte de uno, y me recomendaron el de la Facultad de Ciencias de la Educación. Asistí pues a un ensayo a comienzos de noviembre, en principio iba a estar de oyente hasta que diesen el nuevo repertorio en enero; pero como conocía o sabía parte de lo que cantaban, o si no lo aprendía rápidamente, me integré sin problemas. El 23 habrá en el Falla un encuentro coral de tres agrupaciones, con música relativa a la Navidad. La segunda parte es entera nuestra y en el programa hay mucho para voces blancas (piezas originariamente escritas para niños que aquí haremos las mujeres), como dos fragmentos de "A Ceremony of Carols" de Britten, "Veni Domine" y "Laudate pueri dominum" de Mendelssohn, "Dancing day" de Routter...
¡Oh, qué terapéutico es el canto coral! Este trimestre he atravesado una mala racha; un periodo de vacío, abulia y TAEDIUM VITAE. Digamos que me faltaban alicientes, asideros, metas... Desde que me integré en el coro empezó a operarse un paulatino cambio y ahora puede decirse que he vuelto a ser moderadamente feliz. La felicidad suprema es un bien cada vez más escaso a medida que uno va creciendo, tal vez porque ganamos en madurez y conciencia de lo que nos rodea. Dicen que los tontos son muy dichosos... Cierto: ahora esa plenitud, esa satisfacción con la vida y lo que nos ha tocado en suerte hemos de ganárnosla a pulso; no nos viene dada: hay que buscarla, reconocerla, aprehenderla... Pero estaba hablando del coro. Cuando uno atraviesa periodos de desánimo, la audición pasiva de música sirve de poco porque, por muy bella que ésta sea, parece no penetrar dentro de nosotros, no hablar nuestro mismo lenguaje. En cambio, una implicación activa nos sumerge en la obra, nos hace sentir parte de ella y, al requerir más concentración, nos permite aparcar los pensamientos negativos y las inútiles obsesiones recurrentes.
Es de rigor que exprese mi más sincero agradecimiento a José Palomares Moral, director de este coro y gran maestro y educador. ¡Cuántos como él hacen falta en este cada vez más insulso, frívolo y amusical mundo! Me duele que haya personas inmunes a su entusiasmo y que no sepan apreciar sus enseñanzas... O igual sí, aunque ahora no sean conscientes; la semilla está sembrada.
Mi primera visita al auditorio fue el pasado sábado, para ver 4 Cantatas del magnífico Oratorio de Navidad de Bach interpretadas por la Orquesta Ciudad de Granada y su coro. Ambas formaciones nos tienen acostumbrados a una gran calidad y no me han defraudado tampoco ahora. No comparto algunas cuestiones estilísticas como la ralentización tan grande de los tempi en los finales, más propia de visiones romanticonas del Barroco. También prefiero que las diversas frases que integran los corales luteranos vayan unidas y no cortadas con esas pausas tan grandes, si acaso a veces un pequeño ritenuto... Los solistas en general bien, aunque el tenor defendió mejor las arias que los recitativos del evangelista. Salió airoso del "Frohe Hirten" de la 2. Imagino que todo tenor que haya de afrontarla proferirá algunos improperios al espíritu del pobre Bach. El gran Kantor trataba a las voces como instrumentos y a veces les imponía unos pasajes tiránicos. ¿Qué tal llevarían aquello los pobres chicos de la Thomasschule?
A la contralto se la comía un poco la orquesta. Tenía buen timbre, pero andaba regular de potencia.
Mi segunda visita al Falla ha tenido lugar esta noche: se anunciaba el Mesías de Händel con el coro de niños checo Boni Pueri. Sin embargo, los pequeños cantores no han podido acudir por algún tipo de rencillas entre el director del coro y el del conjunto instrumental, en este caso Musica Bohemica. Al final han venido coro y orquesta de Musica Bohemica y han interpretado sólo unos números del oratorio haendeliano. Aunque hagan unaselección, no veo bien que cercenen partes que van unidas, como el aria con coro "O thou that tellest good tidings to Zion"; la parte coral la obviaron. Lo mismo ocurrió con el aria de bajo "Why do the nations so furiously rage", el coro de después desapareció; y a mí que me lo pide el cuerpo... En cuanto al aria "The trumpet shall sound", no hicieron la parte central y consecuentemente tampoco el da capo final. Los solistas no me convencieron en absoluto: la contralto no impostaba bien la voz y los graves le quedaban deprimentes; la soprano, entre otras cosas, tuvo serios problemas en el aria "rejoyce greatly", no sólo con la coloratura, sino con el tempo: supongo que los nervios la llevaban a correr; el timbre del tenor tampoco me llenó y el bajo... En el "Why do the nations" sonaba hueco e inexpresivo y en el "The trumpet shall sound" inventaba el inglés; igual en otras también, pero como aquí conozco todo el texto pude apreciarlo. Además no atendían a la ornamentación barroca; cuando adornaban algo, resultaba poco apropiado o insulso. Hubo partes que transmitían una impresión de estrés, como el "Alleluia"; otras resultaban demasiado mecanizadas. En general, parece que estos señores no viven la obra, no la sienten o al menos no transmiten esa emoción que deberían experimentar al ejecutarla.
Al comienzo hubo gente que estaba dispuesta a aplaudir tras cada número; luego se dieron cuenta de que "hasta el final no es", pero claro: ¿cómo averiguar cuándo llega el final? Después del poco convincente y dudosamente exultante Alleluia hubo aplausos; se entiende por el significado y porque concluye la segunda parte, aunque ellos no lo sepan. ¿Pero y el que se produjo en el "For ever and ever", justo antes del Amén? ¿Quién puede creer que esa cadencia es una conclusión? Desde luego, alguien que oye la música como quien oye llover, pues si no no se explica.
La ovación final no fue muy larga, no dio tiempo porque enseguida salieron orquesta y coro para ofrecernos el "Adeste Fideles" con canto del público incluido. Luego el director nos felicitó la Navidad en español y yo lamenté no saber dar las gracias en checo.
Relataré cómo se da nuestro concierto el jueves.