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martes, 25 de octubre de 2016

Inteligencia artificial.

-Reproduce la Cantata 131 de Bach en versión de Harnoncourt -dijo alto y claro para ser entendida por el centro de control.
-De acuerdo, pero escucha antes nuestros consejos: la última versión grabada de esta obra está interpretada por la Orquesta Barroca de Filadelfia: ¿deseas comprarla?
-¡No!
-Entendido. Reproduciendo.

Faltaban dos días para Nochebuena, pero el calor era intensísimo: ¡condenados sistemas inteligentes que la obligaban a ir por la casa en tirantas! Había probado varias veces a bajar la temperatura, mas el centro de control parecía tener su propia opinión al respecto:
-Piensa que la temperatura exterior es de cinco grados. Estamos en invierno.
¡Quién lo diría! ¡Gracias por recordarlo! ¡Qué irritante aquella estúpida, pretendidamente maternal voz femenina dando consejos! Se concentró en la audición, tras pedirle que bajara un poco el volumen. Sin embargo, cuando estaba a punto de terminar el sublime dúo donde el niño soprano Alan Bergius cantaba el bello coral con su cristalina voz, se produjo la siguiente interrupción:
-Hemos detectado que tienes poca leche. Procedemos a efectuar un pedido.
¿Por qué? ¿Y si no quería? ¡Es que no podía esperar? Cierto que representaba una ventaja indudable el no tener que ir al supermercado, hacer cola y elegir los productos. Sin embargo, ¡aquello era una intromisión!
-No quiero leche.
-Perdona, el pedido ya se ha cursado. Tampoco hay carne en tu nevera. Procedemos a efectuar otro pedido.
-¡No!
-Pedido cursado. ¿En qué puedo ayudarte?
-¡En nada! ¡Déjame!
-Sistema en hibernación.
¿Por qué tenía que oírse la odiosa voz por toda la casa? Volvió a sumergirse en Bach. Acababa de terminar la cantata cuando...
-Otros interesados en esta obra adquirieron también el Libro de los Salmos. ¿Deseas comprarlo?
-¡No!
-¿Qué más puedo hacer por ti?
-¡Nada!
-Sistema en hibernación.
Fue a darse una ducha y a comer algo. ¿Cómo era posible que a todos sus amigos les maravillaran las casas inteligentes? Ella envidiaba a su abuela, a su madre, que tan sólo unos años antes gozaban de libertad: compraban cuando querían, escuchaban lo que les daba la gana y no se pasaban la vida dando explicaciones a obtusas máquinas. "¡Hija, qué antigua eres!" -se burlaban con frecuencia sus conocidos. Suspiró hastiada: !nunca se adaptaría al mundo!
¡Otra vez! La ducha era un infierno.
-Baja la temperatura del agua -pronunció.
-Consideramos la temperatura actual como la más adecuada.
¿Qué? ¡Imbécil! ¡No lo soportaba! Aguantó estoicamente un inapropiado calor, salió del baño sofocada y se dirigió a la cocina para comer. Abrió la nevera. ¡Una pizza! Bueno, algo fácil y rápido.
-ADVERTENCIA: este alimento contiene demasiadas calorías para ser ingerido de noche. Teniendo en cuenta tu peso y tu metabolismo...
-¡Basta, basta, basta, basta!
-Intuimos que estás enfadada. Hay técnicas de relajación que te pueden ayudar. Reproduciendo música relajante.
¡Socorro! ¡Aquello era intolerable! A pesar del centro de control, calentó la pizza, pero comió con absoluta desgana y se sentó en el sofá; apática, sin hacer nada.
-Llevas quince minutos inactiva: ¿puede ser que estés aburrida? Te presentamos posibles opciones: leer, escuchar música, ver televisión. ¿Cuál eliges?
-¡Ninguna!
-Sistema en hibernación.
¡Por fin! ¿La dejaría en paz? Una suerte que hubiese llegado la hora de acostarse.
Imposible conciliar el sueño: se despertó muy temprano víctima de una pesadilla cuyos entresijos apenas lograba recordar. Se incorporó en la cama y, sin poder evitarlo, lloró con desconsuelo, rendida. No, no quería seguir viviendo esa falsa y frívola existencia. No soportaba tal esclavitud. Todo había sucumbido al consumismo, la dictadura de máquinas controladas por el Estado o las multinacionales. Sus movimientos, sus actos al completo se registraban no sabía dónde. La intimidad no existía: ¿qué era ella entonces, un pelele, una marioneta? Pero, ¿quién manejaba los hilos exactamente?
De pronto tuvo un arrebato: ahora sabía con meridiana claridad lo que iba a hacer. Una fuerza interior la impelía, la urgía a llevar a cabo su plan.
La terraza estaba en el noveno piso. Se vistió lentamente, tomó la llave y un banquito plegable y salió de casa rumbo al ascensor. Iba a arrojarse desde la azotea, poniendo término a una existencia que odiaba. Ya no tenía miedo: era suficiente. Si no le estaba permitido hacer nada por sí misma, ¿para qué continuar?
Fuera hacía frío: ¡qué maravilla! El centro de control no podía asfixiarla allí, al aire libre, con sus sabias recomendaciones climáticas. Respiró profundamente. ¡Oh! ¿Cómo sería antes, cuando podían contemplarse a simple vista la Luna y las estrellas? Amargas lágrimas nublaron sus ojos. Sólo algunos años atrás...
Subi&#243 al taburete, se asomó al muro y miró hacia abajo con cierta aprensión: en unos segundos impactaría contra el suelo y todo habría terminado para ella. Volvió a tomar aire y percibió el fuerte temblor de manos y piernas, y el sudor frío que la cubría. El corazón iba a salírsele por la boca, cuando...
-Si estás pensando en suicidarte, te rogamos que lo reconsideres: hay muchas otras opciones y centros que te pueden ayudar. Emergencia, llamando al 112. Emergencia, llamando al 112.
Las piernas le fallaron y cayó hacia atrás, perdiendo la conciencia. Despertó en el hospital, con la omnipresente calefacción a toda potencia y un equipo de médicos y psicólogos importunando a cada instante. Estaba claro: había de continuar, pese a todo.

martes, 18 de octubre de 2016

Mi carta a Jane Wilde, ex esposa de Stephen Hawking / My letter to Jane Wilde Hawking.

A siete metros del Big Bang: visita al Cern. Me alojo en el Jesús College de Cambridge: artículo con fotos. Queridísima, amadísima, fortísima e inquebrantable Jane:

Aquí me ves, dispuesta a lanzar otra misiva al ciberespacio, esperando que, con un poco de suerte y alguna intervención de los motores de búsqueda, llegue a tus manos y que tú, a pesar de que la abajo firmante es una absoluta desconocida, dispongas de la paciencia necesaria para leerla, lo que sería meritorio, pero has llevado a cabo a lo largo de tu vida tantas hazañas heroicas, que la que te propongo en comparación es por completo risible.

A ti puedo escribirte en español porque sé que adoras nuestra lengua y nuestra cultura. Por cierto: avisa la próxima vez que visites Granada, te invitaré con mucho gusto; además, así te conozco. Claro que no he contado con la posibilidad de que tú no quieras conocerme, y estás en tu derecho. Todo depende de lo hastiada que quedes tras finalizar mi carta, lo que me inspira a esmerarme un poquito, ¿verdad?

Te preguntarás por qué te escribo e intuirás que estoy leyendo "Travelling to infinity". No, no lo he concluido, mas no puedo esperar porque voy por un pasaje que me resulta tremendamente injusto. Tranquila, no voy a entrar en juicios de valor, absolutamente estériles: no voy a caer en el fácil maniqueísmo, fuera de toda razón porque no soy quién para considerar ambas partes: no te conozco y tampoco a Stephen y a su familia. Simplemente commprendo, y quizás mejor que otros, como discapacitada -soy ciega-, la soledad que pudiste experimentar aquel día en que te espetaron que Frank Hawking no era partidario del ingreso de Stephen en una residencia, cuando a ti ni siquiera se te había pasado la idea por la cabeza. Lo único que pedías era un poco de ayuda, de comprensión, de apoyo moral..., ¡y eso fue un jarro de agua fría, que me perdonen los Hawking!
Yo quiero y admiro muchísimo a Stephen: como explico en la carta que le dirijo; su ejemplo ha contribuido en gran medida a mi abandono de la depresión, mi salida del maldito agujero negro en que estaba inmersa. Sin embargo, todos parecen olvidar que tras él existió un apoyo sin el cual muchos de sus logros no habrían sido posibles. No puedo imaginar que mis padres hubiesen sabido que yo era ciega y se hubieran encontrado sin información, sin gente a quien acudir, desorientados... ¿Cuándo se creó la asociación para enfermos de ELA?
Intuyo que el bueno de Stephen eludía el tema como forma de obviarlo, de no darle importancia; mas yo, discapacitada, estoy convencida de que tal elisión implica una no asunción de los hechos. Esto no es ni mucho menos un velado reproche a Stephen: ha de resultar durísimo aceptar que vas a deteriorarte hasta ser un mueble, sin posibilidad de comunicación; que puedes morir en cualquier momento... Sí: sentirse en un tiempo prestado. Igual se negaba a las consultas médicas porque imaginaba que había llegado su hora y no quería sufrir más... Entiendo su odio hospitalario: hubo de pasarlo fatal a los 20 años, en aquellas visitas y dolorosísimas pruebas para el diagnóstico...
Pero, querida: ¿tú eras su esposa, su compañera, la madre de sus hijos! ¿No podíais haber tratado el tema francamente? Quizás tuviese miedo de abordarlo... ¿No lo intentaste por tu cuenta? ¡Oh, pobre Jane! Cargada de trabajo y encima incomprendida.... Tuvo que ser durísimo, y yo admiro tu entrega y tu profundo amor. Fuiste un ángel en su vida; llegaste en el momento justo..., ¡y hasta lo salvaste de una definitiva desconexión! ¡Muchísimas gracias, Jane! Todos tendrían que reconocer esa labor digna también de premios, medallas y aplausos.

He sabido que luego trabajaste como profesora de español: ¿dónde, en la Universidad? Yo estudié Filología Hispánica, ¡y tuve que leer obras de Deyermond para la carrera! El Destino nos une, también en el aspecto musical. Este verano canté en Ludlow las Vísperas de Monteverdi, como relato en un artículo del blog. Me emocionó que fueras a ver la obra con Stephen. ¡Oh, el "Pulchra es" con el New College Choir! ¡Esos dos niños, de voz clara y bien formada...! Para llorar.
Recomiendo la versión, que dirige Edward Higginbottom, claro.
Como ya habrás deducido, amo los coros ingleses de los Colleges, sobre todo el del King's College de Cambridge y el New College Choir y el Christ Church Cathedral Choir de Oxford. Admiro asimismo a los alemanes, como el Tölzer Knabenchor;. Igual que a ti, no me apasiona Wagner: encuentro sus obras demasiado largas y profundas, si bien reconozca su valor, obviamente; sobre todo en la aglutinación de todas las artes y en la creación del Leitmotiv que luego constituiría la base de la música sinfónica de bandas sonoras (cfr. Steinberg y Korngold). En cuanto a Webern, ni hablemos. Es que cuando ya empieza a abandonarse la tonalidad... ¡Sí, seré muy tradicional! Bach representa lo máximo. Como Stephen me declaro atea, pero eso no tiene nada que ver a la hora de apreciar y comprender su vasta obra religiosa y su maestría en el contrapunto.


Querida Jane: te deseo la máxima felicidad. Seguramente añada algo a esta publicación cuando termine de leer tus interesantísimas memorias. Saluda a Stephen y Lucy de mi parte. Confío en que él, por su bien y el de sus seres queridos, haya tomado otra actitud muy diferente con respecto a la enfermedad; imagino que sí, pues ya antes de que se fuera con su segunda pareja admitíais ayuda en casa.

Espero que la familia al completo goce de muchísima dicha y que ninguna sombra de tristeza enturbie los magníficos logros conseguidos. ¡Salud y fuerza para Stephen! Y para ti, adorada Jane, la alegría y el bienestar que mereces. Cambridge me ha cautivado, como demuestro en estas páginas. A ti Granada... ¡Te espero!

Yo, tu humilde lectora.

[A day later]
Jonathan ha aparecido en el momento justo, cuando estabas al borde de... Perdona: yo también abandoné, y durante muchos años; me colapsé y continué por inercia en una, por llamarla de alguna forma, no - vida. En mi caso, sin hijos de los que preocuparme y que necesitaran mi atención. Sólo durante el mes de abril empecé a emerger del letargo emocional que ya duraba un lustro, y es ésa otra de las razones por las que te comprendo perfectísimamente.

Creo que Jonathan y yo nos llevaríamos bien, porque desde pequeña fui una abanderada de la interpretación historicista de la música antigua, aun cuando aquí en España se sabía poco de eso. A los doce años mi indignación se hacía patente como alguien osara criticar a los estupendísimos coros de niños y solistas infantiles en mi presencia, y Nikolaus Harnoncourt se convirtió en un ídolo. Claro, también Göbel, Leonhardt, Brüggen, Hogwood, Gardiner, Pinnock, William Christie, Ton Koopman... La música suplió mi soledad en el periodo del Bachillerato, como narro en la carta a Stephen Hawking arriba citada.

Las palabras de Isobel me dejaron tan fuera de mí que no pude evitar una manifestación externa de rabia en forma de gruñido. ¿Cómo es posible? ¡Qué ingratitud! Mas dije que no iba a caer en el fácil reproche tan impropio ahora, 37 años después. No tengo derecho a juzgar a personas que no conozco y que habrán muerto, cuyos familiares viven aún y, con muchísima razón, podrían llamarme osada y fresca. Ayer no pude parar de leer porque quería aterrizar en un punto donde se hubiesen calmado las aguas, donde tú por fin pudieras empezar a relajarte... ¡Eureka! Las enfermeras comienzan a desfilar por la casa y, aunque ello suponga una violación de vuestra intimidad y a la larga os separe, por lo menos en este momento va a permitiros, a familia y colegas, afrontar la existencia de otra forma; y a Stephen le ocasionará una mayor libertad: ¡bravo! Por añadidura yo ya tengo unos meses, porque nací en diciembre del 79. Esto no presenta relevancia en la historia, mas me ilusiona comprobar que existía, totalmente ajena sin embargo a vuestras vicisitudes. Seguiré añadiendo impresiones. ¡Muchas gracias, Jane!

¡Más coincidencias del Destino! Gracias a tu impulso se creó en 1984 la Cambridge Baroque Camerata, de la que no había oído hablar antes. Jonathan es su director, obviamente, ¡y para colmo leo que ha recibido clases de mi adorado Christopher Hogwood! Otro de mis ídolos. Empleaba a esos magníficos niños de los College Choirs; a Emma Kirkby, de cristalina voz... ¡Parece cuadrar todo! No sé qué es lo que cuadra, pero ocurre. Será algo de la armonía de las esferas: ¡ja, ja, ja! A propósito de Hogwood: ni siquiera me enteré de su fallecimiento en 2014 porque andaba yo en el colapso emocional. Nos están dejando tantos... Gustav Leonhardt, Nikolaus Harnoncourt... A Leonhardt pude conocerlo personalmente en Córdoba, y tuve la oportunidad de estrechar su mano enfundada con mitones. Como director no me gustaba tanto por los tempi lentos y la escasa energía a veces, tan opuesta al vigor harnoncourtiano, mas, ¡vaya genio del clave! Leonhardt encarnó a Bach en una especie de película documental de los años 60 basada en "La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach", que no fue escrita por la esposa del insigne Kantor, sino por una dama inglesa farsante. De repente me estoy acordando del "Fingal", y de los envejecimientos actuales e intencionados de huesos para engañar al prójimo y despistar las investigaciones, y, cosas del discurso neuronal en noches de insomnio, del Papa que pidió a Stephen Hawking que los científicos no estudiasen nada relacionado con el Big Bang y el origen del universo porque sólo compete a Dios... ¡En pleno siglo XX! Yo no me hubiese callado; soy así: las injusticias me pueden. Le habría respondido: "Cara Papa [...]". ¿Es correcto? Suena un tanto raro... "Care pater: studiam, quid volo; cattolica ecclesia mala fecit; vos contra scientiam semper estis; nihil vobiscum volo; per Semper eo; noli me clamare; vale; et punctum".

Stephen ya ha perdido la voz. Por suerte luchó para recuperarla, y ahora nos habla desde su más que antiguo sintetizador, formulando las preguntas que han ocasionado jaqueca a la humanidad desde el principio de los tiempos: "¿quiénes somos? ¿Adónde vamos? ¿De dónde venimos? ¿Cómo se creó el universo? ¿Estamos solos en él? ¿Cuánto son 400 dracmas?". ¡Ah, no, colapso! "Si Dios es omnipotente, ¿podría crear una piedra tan pesada que le resultase imposible levantarla? ¿Cómo va la partida de dados divina? ¿Pillará Aquiles a la tortuga? ¿En qué momento durante el proceso de abrir la caja sabremos si el gato está vivo o muerto? ¿Por qué la teoría permite que unos trozos de taza rota en el suelo se recompongan y depositen en la mesa adoptando su forma perfecta, y que lleguemos a un sitio antes de salir, pero nada de esto se llevará a cabo en la realidad? Si un conductor viaja a 120 km/H, sale de casa a las 21:45 en una noche de luna llena, hace un alto a las 23:00 para tomar café, parte de nuevo a las 23:10 pero ha de reducir la velocidad a 90 km/h debido a limitaciones de lacarretera, a las 00:34 se detiene con objeto de dormir, retoma la marcha a las 03:25 y llega a su destino a las 05:12, ¿cuántos kilómetros recorre, cómo se llama el conductor, qué edad tiene y de qué marca era el café que tomó?". ¡Ah, no!
Conclusión: el insomnio es mala cosa, y cuando éste viene motivado por un dolor más que rutinario en el género femenino, la situación puede agravarse y afectar a las sinapsis, quod erat demonstrandum. Por tanto, es mejor regresar a la comodidad del lecho. Pero antes... ¡Ya tengo otra cita cuando vaya a Cambridge! La camerata. ¿Sigues cantando? ¡Qué maravilla!
¿Cómo pudieron pedirte la desconexión de Stephen? ¡Qué suerte que estuvieses allí para impedirla! Sí, un final tan indigno... Como el de este verano: que una loca norteamericana residente en Noruega hubiese acabado con su vida. Confío en que las medidas de seguridad para protegerlo sean extremas, ¡pues le resulta imposible defenderse! ¿Habrase visto mayor cobardía? ¡Me supera! Como alguien se atreva a hacer daño a mi querido Stephen Hawking, luego tendrá más que unas palabritas y algunos problemas serios conmigo: ¡he dicho! En el colegio de ciegos, el mayor castigo estaba reservado a los "abusones". A mí me acusaron de tal porque me metí en un armario y mi compañera no podía verme... ¡Pero es que estaba jugando al escondite! ¡Todos los niños practican tan inocente entretenimiento! ¡Injusticia! Aquella niña de ocho años que era yo hace 28 hubo de permanecer un buen rato de pie junto a la puerta de su habitación mientras las compañeras dormían plácidamente. A la cabeza se le vino el romance de las tres cautivas, que conociera unas horas antes en su libro de texto: trataba de tres hermanas, secuestradas y esclavizadas por los moros. Rosalía, la más pequeña, era la encargada de ir a por agua. Un día encuentra a un hombre viejo y le pregunta qué hace en la fuente fría. Él responde que está buscando a sus tres cautivas y ella, jubilosa, afirma que es su padre. Va a avisar a las hermanas, escapan no sé cómo y, cuando llegan a casa, la madre llora: "¿por qué lloráis, madre, / si esto es de alegría?". Yo derramaba lágrimas conmovida, más sensible ante las circunstancias personaless: estaba en un colegio interna, a 90 km. de casa, y había de esperar al fin de semana para ver a mis padres.

Tuvieron que ser horribles, durísimos aquellos días en Ginebra: ¡cuánto lloré leyendo el relato que haces! Y en la película, con la escena de Stephen rendido ante una rudimentaria tablilla de comunicación... Lo imagino pensando: "¿para qué? ¡No merece la pena!".
¿Por qué los guionistas lo hacen ir a Burdeos, a la ópera? ¿Por la teatralidad del asunto? Además, para ver a Wagner mejor Bayreuth. ¿Es que el Cern no les entraba en sus planes? ¿Les resultaba demasiado, demasiado... particular? ¡Ja, ja! ¿Son realmente tan particulares los físicos de partículas? Y digo yo: ¿cómo se le ve la cara a los mesones, los bosones, unas cosas tan minúsculamente pequeñas...? ¿Cómo se atrapan y se bombardean? ¡Yo que creía hasta hace poco que un mesón era un lugar donde había comida casera y posada! Y eso de que un electrón pueda estar al mismo tiempo en Nueva York y Sidney... Stephen, help!
Sigue durmiendo, Jane, que voy a lidiar con el dolor; dolor insignificante comparado con otros padecimientos, pero lo suficientemente molesto como para no dejarme abrazar por Morfeo, que hoy tiene otras ocupaciones. Ayer me llevó a un universo paralelo en que yo tenía cuatrillizas, ¡y me moría de desesperación! Sola, obligada a criar a cuatro niñas, decidí a mi pesar darlas en adopción, por la felicidad de las cinco. ¿Quiere decir eso que mi instinto maternal brilla por su ausencia, que soy egoísta? Mas dejemos a Freud tranquilo.
He vuelto a ver a Stephen! Parece encontrarse muy bien, hablando de las indudables ventajas para el futuro de la inteligencia artificial. En su foro de Facebook alguien ha comentado que no se conseguirá nada con ello, porque el progreso está en la espiritualidad. Yo le he respondido que deje todos sus artilugios: coche, teléfono, ordenador, televisión, etc.; que no ingiera medicamentos, que se olvide de la electricidad, de la ropa que lleva puesta, del sistema de calefacción..., ¡y que rece, a ver si progresa algo! ¿Qué ocurre, por qué hay tantos hipócritamente en contra de la ciencia? Ellos no renuncian a nada, pero insisten en negar los avances científicos y tecnológicos. Otro iluminado sudamericano pidió a Stephen que "respetara las leyes divinas". Yo le pregunté que cuáles, las de qué dios o dioses, y le pedí por favor que me explicara esas leyes, por ver si yo tampoco las estaba acatando y consecuentemente me iba a condenar sin remisión. Odio las altas temperaturas, de modo que el infierno no me resulta un lugar apetecible. El señor se fue por la tangente, por la secante, la cosecante y la cotangente: "Lee la Biblia". "Lee Las Metamorfosis" de Ovidio" -fue mi respuesta. Y luego que si la verdad, la verdad... Si todos tienen esa maldita verdad, ¡que la digan y no nos priven de ella! Eso sí, que avisen cuando vaya a acabarse el mundo para arreglarme y peinarme convenientemente; no me quisiera despedir en pijama y con los pelos revueltos; una mera cuestión estética. A todos ésos les he rogado que me permitan salvarme o condenarme solita, que no los necesito: ¡qué afán de proselitismo! ¡Que se ocupen ellos de su moral, de sus costumbres y de lo que les dé la gana, pero que me dejen!!!

Me encantaría interpretar el Mesías de Händel en Inglaterra, aunque se estrenara en Dublín. Cambridge sería buen sitio, ¡me voy con tu coro! He cantado esta obra sólo una vez, y dirigida por Philipp Pickett, como relato en este artículo. Sólo he hecho, por tanto, dos obras grandes, el oratorio haendeliano y las Vísperas de Monteverdi. Ahora me he apuntado a un coro de Sevilla, el de la Sociedad Musical. En Granada no hacen falta sopranos y hay algún coro que se niega a admitir a ciegos, o al menos el pasado año me rechazaron por este motivo: ¡IGNORANTES!
¡Quiero estudiar canto histórico y formar parte de un conjunto barroco! ¡Aquí no hay! El Conservatorio lo dejé porque preparan para ser solista y tener una voz engolada, operística, y el repertorio parece comenzar en el siglo XVIII... ¡No! ¡Yo aspiro a otro tipo de técnica! Mas, ¡ay! ¡Me siento sola! No sé dónde podría saciar mi sed musical. ¡Si pudiese estudiar en el extranjero, aunque fuera un año...! El Conservatorio estaba cargado de asignaturas como Armonía, explicada casi exclusivamente en la pizarra: ¿cómo puedo aprender a armonizar sin oír las voces y sin ver lo que se escribe? ¡Colapso! Era más la presión de tener hecho el ejercicio que lo que asimilaba. Sí, combinaba cuatro voces, pero... ¡Sin sentir nada, automáticamente, aplicando reglas que podía olvidar! ¡La música es más que una gramática! Pero voy a seguir con tu libro. Cuando lo termine, me va a apenar muchísimo dejaros a todos. Confío en que podamos encontrarnos en alguna ocasión, para que nuestra amistad no sea únicamente ficticia. Voy a ver qué me han respondido los espirituales del foro de Hawking, que no se animan a revelarme la Verdad [sonrisa].
Celebráis el tricentenario de los Principia Mathematica. Según lo que explica Stephen al final de su libro, Newton hubo de ser una mala persona; hasta el punto de que Leibniz, al parecer, murió de pena por su culpa, porque le hizo la vida imposible; debido a su absoluto monopolio en la Royal Society.

¡Madre mía! ¿Cuántas enfermeras podían repartirse un turno? ¡Qué duro el hecho de no poder hablar privadamente con tu propio esposo! Espero que ahora, a pesar de la separación, se encuentre bien cuidado y no sólo eso. La asistencia per se no basta: se necesita amor. Leí unos rumores acerca de Elaine Mason y sus presuntos abusos a Stephen. No opino, pues ignoro su autenticidad. A la Prensa parece gustarle el sensacionalismo, y no voy a alimentar este tipo de morbo, tan odiado y deleznable. Lo único que puedo hacer desde aquí es expresar mi deseo de que nuestro genial físico sea tratado convenientemente y de que nadie, en ningún caso, abuse de su indefensión. Asimismo ruego a Stephen que no aproveche la coyuntura para tiranizar a quienes lo aman, algo muy frecuente en discapacitados. Como me entere, voy y le tiro de las orejas, por mucho que lo adore: ¡ja, ja, ja!
La superprotección es un error fatal. Yo misma la he sufrido a veces y la detesto: impide el desarrollo normal de la persona y en ocasiones te lleva a engaños, como cuando mis colegas estaban encantadísimos conmigo, supuestamente, y yo tan feliz. Todo era falso: me mimaban por mi condición, y al primer inconveniente me lo espetaron a la cara, casi culpándome por ser ciega: "¡Tú no haces las guardias de recreo!". "Bien, voy si queréis; pero me es imposible averiguar qué pasa en una pelea de niños, separarlos, correr tras uno que se esconde...". "No tenemos por qué vigilar en tus exámenes, el profesor de guardia está para otros menesteres". Vg. tomar café en el Departamento, tan ricamente: ¿verdad, bienamado colega? "Un ciego no puede dar clases en Secundaria". "¿Y un tonto como usted sí, queridísimo?" Todo aquel rechazo me hizo colapsar, y si no hubiera encontrado amor y comprensión habría muerto, como también digo a Stephen en mi carta autobiográfica.
Ambos significáis mucho para mí, aunque no nos conozcamos. Confío en no estar molestando por insistente, pero no: yo escribo en el blog; si queréis leerlo lo haréis y si no, pues nada. Como la página es mía, no caigo en intromisiones. Es el método más eficaz y menos invasivo. Pero, ¿por qué me ocurre que, cuanto más leo sobre vosotros, siento como si tuviéramos algún tipo de relación, como si fuéramos amigos? ¿Será la coincidencia de caracteres, o la unión en la discapacidad, o mi propio deseo? En mi círculo familiar y de próximos, cada vez que cito a "mi amigo" saben de sobra a quién me refiero. "¿Otra vez con tu Hawking?" -suelen exclamar. Indubitablemente, algunos me tacharán de loca.
Luego doy una vuelta por Spotify con objeto de buscar grabaciones de la Cambridge Baroque Camerata: ¡soy muy curiosa! Hoy he visto un concierto con piezas de la época de Cervantes. Era un grupo amateur con problemas en la afinación y la ejecución, mas se le perdona. La soprano no vocalizaba en absoluto, y yo entendía los textos porque conocía las piezas. ¡Oh! ¡Cuánto me gustaría formar parte de un conjunto de música antigua!
Voy ya por el 86%. ¿En serio que os hubierais comprado una casa en Granada? ¿Ves? ¡Coincidencias cósmicas! No puedes imaginar cuánto lloré al leer este verano en la breve autobiografía de Stephen que, poco después del fatal diagnóstico, soñaba frecuentemente que salvaba a alguien, y así su vida habría merecido la pena. Yo de pequeña y adolescente solía tener los mismos sueños (en el último pude neutralizar hasta a los nazis de Auschwitz), y me sentía como una heroína. Durante la depresión necesitaba ser salvada para no sucumbir por completo ante mi inadaptación a un mundo demasiado insensible y cruel. Contrariamente a mí que hube de abandonar, Stephen ha tenido éxito en su carrera. Yo, que defiendo a ultranza la igualdad de oportunidades para los discapacitados, he podido experimentar en carne propia el rechazo; la absoluta falta de medios para una integración efectiva y, lo más doloroso, la escasa voluntad y prácticamente nula colaboración de algunos compañeros, especialmente del personal de la Administración.
De acuerdo, mi carrera profesional ha terminado en gran parte por prescripción médica. Lo pasé tan mal que no quisiera arriesgarme a otra depresión sin salida. Pero... ¡La vida sigue! ¡Puedo trabajar como voluntaria, ayudar al prójimo, vivir magníficas experiencias...! En lugar de ver esto como una discriminación, como un estado mental incurable, puedo centrarme en las oportunidades que a partir de ahora voy a tener, antes inaccesibles. Nadie me lo impide. Ahora me toca a mí construir el mundo que deseo. Ya no van a decidir otros; no van a ser el sistema o los requerimientos laborales los que me impulsen. ¡Libertad! A muchos les da miedo el concepto; a mí hace meses también, cuando me veía con todo el tiempo del mundo y sin darle cauce. Ahora, no obstante, agradezco al universo por entero que me haya brindado tantas opciones. ¿Acaso es uno útil sólo desempeñando un servicio remunerado? ¿Por qué? ¿Quién lo decide?
Ya no me avergüenzo ante Stephen. Él ha alcanzado muchísimos logros en el ámbito profesional y yo no podré hacerlo nunca, pero... ¡Hay muchas otras metas! Ahora, como diría él, miro más hacia las estrellas y no a mis propios pies, siendo consciente del mundo que me rodea y de la cantidad de problemas, barreras, injusticias, dificultades, guerras, enfermedades que han de abordarse cada día, cada hora, cada segundo. Quiero ayudar, dentro de mis escasas posibilidades. Quiero contribuir a la felicidad tanto de los más próximos -familia y amigos cercanos- como de otros, conocidos o no; anónimos; personas acomodadas o en dificultades... Ante la adversidad no hay clases, todos la sufrimos del mismo modo. Las depresiones atacan a los bendecidos por la fortuna tanto como a aquéllos para quienes la vida es un problema diario. Paradójicamente, los más necesitados suelen ser incluso mucho más dichosos. Son los del primer mundo, medianamente acomodados y rodeados de artilugios, con el universo a un clic de ratón, quienes suelen hastiarse más ante una existencia que se les antoja monótona, insoportable; porque carecen de guías, de referencias, y ya no saben qué desear, a qué aspirar o hacia dónde dirigirse. Lo predecía Asimov en 1964: "Boredom, boredom!".
Queridísima, no me gustaría que estas líneas aportaran desazóhn a tu espíritu, de modo que abandono el pesimismo.
Ya es de noche. Planeo terminar el libro mañana, ¡y voy a leer más de ti! ¡Me encanta cómo escribes, y tu búsqueda de la belleza en la adversidad, tu ánimo inquebrantable! Eres maravillosa, Jane. Como mencioné antes, me va a dar mucha pena dejaros. Me ha ocurrido con varias novelas que, al concluirlas, he experimentado una especie de sensación de despedida. La diferencia ahora estriba en que vosotros sois personajes reales, si bien moldeados un poco a mi gusto en mi imaginación, puesto que no me es posible por ahora contrastarlo personalmente con la realidad.
¿Conoce Stephen el Instituto de Astrofísica de Andalucía [1]? Allí trabaja Enrique Pérez-Montero, astrofísico ciego. Antes veía más, pero sufre retinosis pigmentaria. Dice que, como del universo sólo vemos un 5%, tampoco importa tanto no disponer del sentido de la vista. Quizás vaya dentro de dos años al Instituto de Astronomía de Cambridge [2]; le enviaré recuerdos para vosotros. Me encantaría que se tomaran más iniciativas para hacernos tocar el cielo, ¡ja, ja! Una semiesfera celeste que nos permitiese meternos dentro, por ejemplo, y contemplar desde ahí el mapa de las constelaciones... No sé: di a Hawking que mueva esas superneuronas.
Buenas noches, Jane. Mañana prometo concluir este artículo, que espero que no resulte demasiado farragoso. ¡Duerme bien!

Domingo, último día de lectura. Ayer llovió, pero escasamente. ¡Ay, qué parcos andamos de agua en estas tierras! Me encanta la lluvia, y la nieve es algo mágico: la he visto tan pocas veces...
En ocasiones, mientras leo, pongo música de fondo, para ambientar sonoramente. Si me encuentro muy concentrada he de apagarla. ¡Qué poco valoramos el silencio! No sé cómo la gente puede mantener una conversación con la tele o la radio puesta: ¡yo me vuelvo loca! ¿Tan insensibles están? Y en los bares, cuando reproducen el fútbol a todo volumen... ¡Y a nadie parece molestarle! Encontré Cambridge muchísimo más silenciosa. También lo que conozco de Centroeuropa: mi sonofobia me obligará a emigrar. ¡Lo deseo tanto...!
¿Seguís teniendo la casa en Francia? ¡Oh! Adoro la tranquilidad del campo y la Naturaleza. Supongo que para ti significaría un respiro más que necesario, después de tanta tensión, tantas intromisiones en la vida privada. "El Gran Hermano te vigila". ¡No sé cómo pudiste soportarlo! Pero... ¡Gracias! ¡Muchas gracias por no ocultar la crudeza de vuestra realidad en consideración hacia otros discapacitados! Los problemas no se solucionan escondiéndolos o negándolos. Espero que Stephen lo haya aprendido. Claro que hay muchos que viven de la compasión que inspiran, algo tan patético denigrante para ellos mismos... Otra tipología es la del que va de fresco, queriendo que se lo solucionen todo y que lo protejan. ¡Hablo por experiencia, he tenido muchos tipos de compañeros ciegos!
Las últimas páginas de tu libro me estaban dejando un poso de amargura: una relación de 25 años, con sus luces y sus sombras, completamente evaporada; vuestro jardín destruido; tus padres muertos; el hijo de Lucy con autismo... Pero todo cambió tras el segundo divorcio de Stephen, cuando regresó a vuestras vidas. Me encantó que pasarais aquella Navidad juntos de nuevo.
Tu última frase me ha hecho llorar como una tonta, cuando decías que había sido un privilegio compartir por unos años el viaje de Stephen hacia el infinito. De pronto sentí que, a pesar de tantos inconvenientes, volvíais a llevaros bien: no todos tus esfuerzos habían sido en vano. Vertí lágrimas experimentando el deseo de abrazaros a los dos. ¡Extraño, si ni siquiera os conozco! Ya incluyo a Jonathan por el mismo precio, y a Lucy... Perdona que no hable de Robert y Tim; es que con ellos tengo menos "contacto". Lucy ha subido algunos vídeos en Internet y aparece en reportajes sobre Stephen. A Tim lo vi ocasionalmente, y a Robert en absoluto. En mis pesquisas para ilustrar la carta a Stephen encontré un vídeo de Lucy y, supongo, los nietos, ¿verdad?
No sé cómo he podido tomaros tantísimo cariño. Creo que alguna fuerza cósmica me une a vosotros. Tal vez tenga que ver con que Stephen llegó a mi vida cuando había perdido toda esperanza y me salvó con su ejemplo, sus palabras de optimismo y su indómito deseo de continuar:

“Remember to look up at the stars and not down at your feet. Try to make sense of what you see and wonder about what makes the universe exist. Be curious. And however difficult life may seem, there is always something you can do and succeed at. It matters that you don't just give up".

¿Cómo? ¡Parecía estar diciéndomelo a mí, mirándome directamente a los ojos y vapuleándome las neuronas! Yo ansiaba abandonar este mundo (el único, por otra parte) y él, en cambio, a pesar de sus dificultades, aseguraba que tenía muchas cosas que hacer antes de morirse. Me sentí despreciable, mas poco a poco entendí que no se trataba de eso: quejarse supone una pérdida de tiempo, un gasto inútil de energía. Vamos a permanecer increíblemente poco en el planeta: ¿cuál es el sentido de anhelar nuestra propia muerte? ¡Aprovechemos lo que tenemos y ya está! La inteligencia consiste en la capacidad para adaptarse al cambio, afirma Stephen; ¡y es cierto! ¡Él se ha visto obligado a asumir cada traición de un cuerpo que lo aprisiona con crueldad, abandonado por la tripulación de un cerebro tremendamente inteligente para todo lo demás!
Tanto me inspiró que, a mi vuelta del Festival Bach de Leipzig, ampliamente relatado en varios artícvulos de este blog, decidí escribir una entrada con Stephen como personaje para frenar a posibles suicidas, desesperanzados e inmersos en un agujero negro como hemos estado alguna vez él, tú y yo; y muchos más, obviamente. Lo he presentado a una psicóloga del Teléfono de la Esperanza con el resultado de que en breve voy a dar una charla. ¿Crees que servirá de algo? Aquí lo dejo, es el segundo capítulo de un tríptico "disuacida": Suicidio (continuación): ¡nunca os quitéis la vida!
Un mes antes, entusiasmadísima con "A brief history of time", me vino un sueño surrealista que decidí ampliar y plasmar: Arrojándome desde la torre de Pisa: conversación con Stephen Hawking.
No sé cómo no me avergüenzo de estas chorradas y tengo la osadía de enviarlas al ciberespacio. Me consuela el pensamiento de que, a fin de cuentas, la red de redes está plagada de estupideces peores. Mi intención era buena, y las circunstancias personales me impelían a escribir. Os pido perdón por ser tan sumamente osada, y en especial a Stephen, mas quiero que sepa que todo esto lo hago desde el inmenso cariño y respeto que le tengo, para divulgar su ejemplo entre mis conocidos y amigos y para decir a quien quiera que esté atravesando una crisis que, con voluntad y ayuda, se sale de cualquier cosa. La radiación de Hawking, ¡ja, ja, ja! ¡Si hasta de los agujeros negros hay escapatoria! Los versos del Infierno de Dante han dejado de aplicarse, pues, y nadie debe abandonar toda esperanza, porque siempre se puede cambiar.
¡Gracias, muchas gracias a todos! ¡Os quiero!


Apéndice: Fotos de la visita del profesor Stephen Hawking al Instituto de Astrofísica de Andalucía (Granada).

NOTAS.
1) Me enteré hace poco gracias a Emilio Alfaro de que Stephen estuvo en 2001 en el IAA. ¡Qué rabia, podía haberlo conocido! Pero claro: entonces nuestra relación no era tan íntima [sonrisa].
2) Dice Enrique que durante el mes de julio estará en el Instituto de Astronomía de Cambridge; igual se conocen Stephen y él: ¡me encantaría! ¡Sería precioso! Un astrofísico ciego y otro acinético: BOUNDARILESS!!!
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA EN ESPAÑOL.
Hawking, Jane: HACIA EL INFINITO. Hawking, Stephen:BREVE HISTORIA DE MI VIDA. Id., Id.: BREVE HISTORIA DEL TIEMPO.

sábado, 8 de octubre de 2016

VarioUltra 20: el anotador con línea Braille más pequeño del mercado.

He adquirido recientemente este precioso anotador, tras el robo del anterior, el obsoleto Braille Lite, que ya relatara en estas páginas. Aunque ciertamente no me agrada ser víctima de hurto, he salido ganando con el cambio. VarioUltra ha dejado el arcaico MSDos y los disquetes de 3,5 pulgadas, el puerto serie y el paralelo, los 600 K de memoria de almacenamiento más dos generosos megas aportados en las últimas actualizaciones, dos megas de Flash que nos colmaban de gozo: ¡casi increíble! Sin embargo, dicha memoria se agotaba pronto, y resultaba fastidioso partir los libros en trocitos y esperar un cuarto de hora de rodamiento de disquete para poder tener un archivo descargado, si esto iba bien: "Error de disco", "el disco está vacío", "error in file system", "la memoria está llena"...
VarioUltra dispone de 32 gigas de Flash: ¡lo escribo y no lo creo! Además se conecta normalmente a un ordenador por cable USB, como cualquier unidad externa. La información, pues, se transmite de manera fácil e inmediata. Permite conectarse simultáneamente a cuatro canales Bluetooth y a uno USB, alternando entre estos cinco con una combinación de teclas. Posee un teclado ergonómico, pensado expresamente para favorecer la comodidad de las manos, con un Joystick que permite cinco posiciones, un teclado Braille de ocho puntos, dos teclas para los pulgares, cuatro teclas de sistema y una línea Braille de veinte caracteres con seis botones de desplazamiento y los sensores correspondientes para el cursor.
Dispone además de alarma, temporizador, cronómetro, calculadora científica y permite abrir documentos PDF, RTF, Doc o Dox, Txt, Brf y hojas de cálculo.
La calidad del punto Braille es excepcional, como sólo consiguen los de Baum Retec, la empresa alemana que fabrica este producto.
Desgraciadamente, la ONCE no tiene acuerdo con Baum y el precio es caro, mas si lo adquirís en Tenyus Social Ware lo obtendréis por 2.900 euros. Ya: ya sé que no es moco de pavo, pero en cualquier caso mejor que los 3.600 de la ONCE, si no recuerdo mal. Tenyus tiene estrechas relaciones con Baum desde hace tiempo, así que supone la alternativa perfecta.
Estoy tan entusiasmada con mi nueva adquisición que llamo a VarioUltra "mi niño". Ya lo he conectado al móvil por Bluetooth, así canté los Responsorios de Tinieblas de Victoria. Al lado de la línea Braille Focus 40, que ha quedado relegada a una actuación estacionaria frente al ordenador, VarioUltra es una maravilla: no pesa nada y encima puedo ir leyendo mientras lo tengo colgado al cuello, gracias a la bien diseñada funda de piel.

En estos momentos leo mi primer libro introducido en su carpeta de almacenamiento: las memorias de la primera esposa de Stephen Hawking,, Jane, que acaba de tener su primer hijo, Robert, y se dirige rumbo a Seattle tras una accidentadísima espera en el aeropuerto. No, ahora no: en la página por la que voy, obviamente. Robert ya es bastante grande y tiene dos hermanos.

Por supuesto, este anotador se conecta al IPhone y permite no sólo leer información almacenada en IBooks, sino todos los menús y las indicaciones que aparecen en pantalla, además de escribir y manejar completamente el teléfono desde VarioUltra.
Recomiendo encarecidamente la adquisición de este producto, que se tornará un compañero inseparable de los braillistas como yo.
Vielen Dank, Baum Retec! Sie haben mich sehr glücklich gemacht. Información en la página de Baum USA.

viernes, 7 de octubre de 2016

¿Ara Malikian contra Radio Clásica?

El pasado día 9 de septiembre vi a este particular violinista de 48
años, de origen libanés y energía inagotable. En las tres horas que
duró el evento no paró de moverse, de saltar, de tocar pasajes
increíblemente difíciles buscando el efecto circense que precisamente
a mí no me agrada en absoluto, pues convierte la música en una suerte
de malabarismo.
Es indudable que Malikian toca maravillosamente bien el violín, pero,
me pregunto: ¿tenemos que frivolizar, vulgarizar, fusionar, mezclar, edulcorar,
desmaquillar la música para hacerla "digerible" al público? ¿Hemos de
permitir la irreverencia antisistémica, convirtiendo esa corriente en
otra tradición, como sucedió con las vanguardias artísticas tipo
futurismo y dadaísmo? ¿Es que Vivaldi "mola más" si lo interpretamos
con darbuka y a toda velocidad? ¿Es que necesariamente hay que mezclar
lo clásico con lo étnico o el rock?
Confieso que estuve a punto de levantarme ante sus comentarios sobre
mi emisora de radio predilecta, ésa que tanto ha contribuido a mi
formación musical y a mi desarrollo durante toda mi vida (soy profesora
de Música gracias a ella):
"Alghunos, dando vueltas al dial, habrán cometido el error de
detenerse en Radio Clásica. Seguro que lo recuerdan: suena una música,
termina y se oye un silencio, que uno piensa que se ha estropeado la
radio, mas de golpe, una voz muy seria: "Han escuchado us-te-des
el-con-cier-to [bostezo]..."".
¿Quiere Malikian conquistar según qué público arremetiendo contra lo
establecido? ¿Se necesita ir de rompedor para ganar adeptos? ¡No hace nada bien esta publicidad negativa a una emisora ya de por sí minoritaria!
Este músico, con su orquesta propia y sus particulares composiciones,
tiene ahora la nacionalidad española. Estuvo un tiempo dirigiendo el
programa de divulgación para niños Piccicato, en Televisión Española.
Algunos lo recordarán porque, emulando la actuación de un colega en Nueva York, se puso a tocar un
buen día en el metro de Madrid para ver cómo reaccionaba la gente.
Como es de suponer en este país que habitamos, fueron pocos quienes se
detuvieron a escuchar.
Otra de mis críticas va para el abusivo precio de la entrada. He ido a
conciertos de artistas más que renombrados gratuitamente o casi...
Igual es que Malikian se financia a sí mismo, es una institución en
sí: ¡ni idea! Lamento sin embargo su excesiva comercialización, más
allá de lo puramente estético.

martes, 4 de octubre de 2016

SINE MUSICA NULLA VITA.

Ayer soñé que, debido a la sequía cultural y a la creciente insensibilidad imperantes en nuestro país, la música desaparecía de golpe de la faz española. Yo, indignadísima y consternada, lo veía normal habiendo presenciado impotente El odio, el desprecio, el desprestigio del que el noble y sublime arte de Euterpe estaba siendo víctima.
Desperté antes de pensar en la posibilidad de emigrar a otro país, pero claro: imagino que ese virus fatal se iría expandiendo por el planeta irremediable, inexorablemente.
Resultó un alivio volver al estado de conciencia y comprobar que, si bien con unos niveles muy inferiores a lo que sería deseable, la destrucción total de la música aún no se ha producido y espero que tarde mucho en ocurrir.

El pasado domingo viví una experiencia única interpretando con el coro de la sociedad musical de Sevilla los 18 responsorios de tinieblas de Tomás Luis de Victoria, bajo la dirección de Raul Mallavibarrena. Doy las gracias a todos los que han hecho posible tal evento y mi participación en él.
VIVAT MUSICA!