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martes, 12 de julio de 2016

Un lugar para esconderme / a place to hide away.

Paloma, una de las protagonistas de la estupenda novela "La elegancia del erizo", está harta de la frivolidad del mundo en que le ha tocado vivir. Ella es muy superior en inteligencia a todos los que conoce y por ende percibe y detesta la superficialidad dominante en la vida en la que todos creen, a la que todos juegan y que en grealidad no tiene sentido: es como una pecera.
Por todo ello, Paloma forja un plan: acabar con su gris existencia el día de su décimo tercer cumpleaños. Pero antes quiere dejar huella: quiere demostrar por qué lo hace, plasmar la absurdez en la que habita. Hace unas crónicas, como yo en este blog. Escribe sobre cualquier hecho cotidiano de su existencia, hasta que descubre algo: en su mismo bloque, concretamente en la portería, hay alguien como ella.
La portera se refugia obstinadamente en su porteril condición revistiéndose de una capa de zafiedad, insulsez y vulgaridad. Pero Paloma y un nuevo inquilino sibarita japonés descubren su verdadera naturaleza; su genialidad; su exquisito intelecto que parece ocultar mostrando sólo las púas, cual erizo.
El encuentro de esas tres almas incomprendidas resultaría crucial, mas no lo relato para que sigáis leyendo. O más bien para que empecéis.
Esto viene a colación porque, en un determinado momento, Paloma dice a la portera: "!Tú sí que sabes: has encontrado un lugar perfecto para esconderte!". Me identifico mucho con ella por lo de ver el mundo de diferente modo, por lo sola que se siente y la incomprensión que la rodea, que la hace disimular sobre su verdadera condición.
Bueno, yo ya estoy arreglando lo de la soledad y la incomprensión, pero aún así me gusta muchísimo el personaje de Paloma, y el de la portera también. Igualmente necesito lugares para esconderme; como la playa estos días, un remanso de paz en los Alpes suizos o bávaros O simplemente mi habitación con la puerta cerrada escuchando música o leyendo. Creo que es necesario para poner los pensamientos en orden, aunque, al parecer, muchos prefieren vivir como autómatas: alienados y sin pensar.
!Que nadie nos usurpe nuestra intimidad, nuestra paz interior!

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