Entrevista a Enrique Pérez-Montero en Radio Nacional.
Durante la semana de la Feria del Libro, se celebraron en Granada varias conferencias interesantísimas. Las que más me gustaron fueron una sobre neuromusicología, que trató aspectos que yo ya me había planteado en mis elucubraciones personales, otra acerca del... Ay: ¿cómo se llamaba ese bichito que parasita el cerebro y te vuelve loco? El... Dicen que en Alemania se da más porque la gente come más carne cruda; el... ¡Aaaaaaaaaah, la toxoplasmosis! La conferenciante afirmó que quienes hospedaban tal parásito tendían a la euforia desmedida; el tema es que ella, una catedrática emérita de la Facultad de Biología, padecía también esa euforia: no paró de reír; de reír de manera explosiva y compulsiva, con lo cual nos hizo estallar a todos.
La ponencia sobre cultura clásica la pillé terminando, pero prometía. ¡Oh! Si tuviesen lugar tales eventos a diario... Aprendería un montón, y de verdad: con profesores que aman divulgar; que te toman de la mano y te enseñan con amor, pasión, entusiasmo y buen hacer.
Merece un aparte la conferencia de Enrique Pérez-Montero, astrónomo que trabaja en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) sito en Granada. Enrique está perdiendo la vista de forma gradual debido a una retinosis pigmentaria, mas ello no le impide continuar estudiando el cielo. Según él, para este cometido ha de usarse muchísimo la cabeza, lo cual no requiere el ver; y en cuanto a las observaciones, se pueden efectuar desde una pantalla de ordenador que te pone en contacto directo con cualquier observatorio del mundo; porque, a simple vista, en realidad poco se aprecia, y menos ahora, con tantísima contaminación lumínica.
Enrique ha preparado unas semiesferas celestes accesibles, y durante la ponencia nos repartió sendas copias a mí y a otros cuantos ciegos simulados; es decir, con gafas oscuras, pues yo era la única titulada y con acreditación. Casi lloro de dicha: estaba tan emocionada... ¡La primera vez que se me acerca el cosmos! ¡Por fin! Sentí que se me abrían nuevas puertas, nuevos horizontes, nuevos... ¿Nuevos mundos, amigo Hawking? ¡Sí! Como cuando aprendes otro idioma y gracias a ello te acercas a gente, culturas, universos distintos; se te abre la mente.
¡Gracias, de verdad, querido Enrique! ¡Gracias! Te ofrezco mi mano para que la tomes y me conduzcas por los ignotos caminos de la galaxia: ¿lo harás?
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