viernes, 17 de junio de 2016
Lágrimas / Tränen / Tears / Larmes / Lacrime
¿Por qué vemos las lágrimas como algo tan negativo? ¿Por qué nuestra cultura se encarga de reprimir el llanto? "Los hombres no lloran. Sé fuerte. No armes el espectáculo aquí. No seas niña chica. No seas tonta. Pareces una cría mimada. ¡Cobarde, egoísta! ¡Tenías que haber vivido la guerra! Oh, qué idiota! ¿No llora con Bach, o cuando se despide de alguien? Decididamente está loca;.
Sí, estoy loca, o no: la locura es relativa. ¡Ayúdame, Prof. Hawking! Tú eres de los míos y también lloras aunque sean otros quienes hayan de borrar de tu cara la en absoluto ignominiosa imagen de tu tristeza / emoción / frustración / desesperación / alegría / dolor / incomprensión / conmoción / paz de espíritu / etc. etc.
Yo he pasado cinco años enteros, con sus 365 días y pico con sus 3600 segundos por 24 por 60 por 30, 31 y 28 sumado [¿olvido alguna multiplicación? ¡Soy horrenda en matemáticas!!!]; es decir, segundo a segundo sin poder llorar. Vale, tampoco reír, pero lo del llanto era más importante.
Si en aquellos entonces se hubiese muerto toda mi familia o hubieran desaparecido todos mis amigos, no habría vertido ni una lágrima. No podía. Me creía malísima, me sentía criminal. Me odiaba y quería morir por ello.
Cierto que tampoco sabía o podía reír, sentir placer, regocijarme... Curiosamente, mi sisstema límbico había dejado sitio sólo a las emociones negativas.
Salí de la depresión llorando: con una corriente de lágrimas que lo invadió todo y que curiosamente agradecí: "¡por fin, por fin, por fin!. Una muy buena amiga, aunque lejana -por el poco contacto- respondió a mi mensaje de disculpas por otro mensaje anterior en que había sucumbido al llanto: "¡No, no: no me pidas perdón por llorar. ¡Es estupendo que al fin puedas hacerlo!". Era Cayetana, mi hermanita del cole de ciegos. Caye, Caye...
Ahora abandono Leipzig hasta... ¿El próximo Bachfest? O antes, mejor antes. Quiero, debo, he de vivir en Alemania. Por favor, Herr Bach y todas las fuerzas buenas del universo: ¡ayudadme a conseguir mi propósito! Es mejor una patria elegida que una patria impuesta, y en ese sentido Alemania es mi país: lo es por amor; por empatía; porque no hay tanto ruido; porque respetan mi sonofobia; porque son como yo, o al menos hay más gente como yo; porque viven la música, o al menos hay más gente que la vive; porque en los conciertos no se lían a toser ostensiblemente, a abrir caramelos y a hablar; porque me puedo concentrar en la música, pues... ¡Amigo Hawking! Sin silencio no hay música: ¿has dicho alguna vez esa frase? Si no, te pega, ¡my dearest! Aquí hay más música porque reina más silencio, en una proporción directa. Allí no, no, no. Allí enfermo de ruido; me asusto y vivo en estado de alerta; con la adrenalina a veinte mil: aquí no, no, no. Allí tengo que gritar para que se me entienda y me tildan de ridícula si hablo bajo o si pronuncio bien los nombres extranjeros; aquí no, no, no. Allí no he encontrado y no encontraré nunca el ammor (a este paso...); me refiero al amor con juglar, digo, conyugal, no al amor en general sensu stricto del que sí disfruto allí por parte de algunos, mas no en plenitud, pues pocos en mis entornos comprenden la música como yo. Aquí sí, sí, sí. ¡Oh, ayudadme, fuerzas cósmicas! ICH LIebe DEUTSCHLAND! HABT IHR VERSTANDEN? DEUTSCHLAND IST IN MIr! HABT IHr VERSTANdeN? HILFEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!
Ahora dejadme llorar. No me reprendáis. No me llaméis loca. No me ridiculicéis. Abrazadme, sólo eso. No habléis. No me preguntéis qué me pasa. No me tildéis de infantil: necesito llorar como vosotros necesitáis comer, dormir o ir al baño. ¡Por favor! Si no me concedéis tal libertad, corro el riesgo de caer en un futuro en depresiones por haber escondido tantísimo mis emociones, mis sentimientos, ¡mi yo!
¡Gracias! Mas he de seguir llorando. Dejadme sola. Bueno: si estáis ahí sed quedos; únicamente tomad mi mano; abrazadme: ¡no digáis nada! ¡Nada! ¡Nada! Simplemmente estad. Y no me riñáis, no discutáis, no gritéis, no... ¡Comprendedme, aunque sea una loca! ¡Queredme, porque yo os quiero! Perdonad nuestras ofensas... ¡Ah, no! Ayudadme, ayudadme a ser yo; no me alienéis, no me hagáis colisionar con mi anti-yo! Dejadme libre, libre, libre, igual que yo os dejo libres a vosotros. Dejadme ser lo que quiera ser, y no lo que dicten los convencionalismos, el sentido común, que es relativo, porque, ammigo Hawking: ¿quién determina sus normas?
Dejadme, pero no me abandonéis: no me aisléis; no me castiguéis con vuestra indiferencia o vuestro desprecio. Necesito ser querida para poder querer a mi vez. ¡Queredme, del mismo modo que yo os quiero a vosotros!
Mas tengo una advertencia: ¡alejaos, viles criaturas! Los malos espíritus, el odio, la violencia, la envidia, la ambición, el desprecio, la ira, la mentira, el robo, la indecencia, la desvergüenza, la zafiedad, la arrogante ignorancia, el orgullo, la ceguera y la sordera de quienes no quieren ver ni oír, los celos, la desidia, la ignominia, el crimen... ¡Fueeeeeraaaaaaa! ¿Lo habéis entendido? ¡No os quiero! ¡Dejadme, dejadnos: marchaos para siempre! Os maldigo; os conmino a abandonar el universo, ¡para siempre! ¡Ojalá fuera posible! Pero no, no, no: ese señor en Florida; los "hulligans" en la Eurocopa; nuestros políticos en la campaña electoral; la extrema derecha por Alemania y más sitios; la crueldad sin nombre en Siria; las parejas que se asesinan; las madres que matan a sus hijos... ¡Alto! ¿He dicho "madres"? ¡Eso no son madres; no son mujeres; no son animales; no son...! Sí, por desgracia son seres vivos. Ojalá hubieran pertenecido todos a los minerales, ahí quietecitos; ¡sí, sí! ¿Cómo se puede? Son enfermos, enfermos mentales: necesitan cura, tratamiento; como yo en estos cinco años, que... ¿Puedo decirlo ahora, lo digo, oso decirlo, me dejáis? Hm... ¡Me da miedo! Por favor: ¡no me odiéis; no me despreciéis; no me abandonéis! Como yo en estos cinco años en que hubiera dado término de buena gana a mi vida. ¡Ea: por fin! Sí: me hubiera... Me hubiera... Sí: me hubiera... Sui... Sí: me... ¡Brrrrr! Dejadme hablar! ¡No digáis nada; no me miréis mal; no me tratéis de loca; no llaméis a urgencias; no me ingreséis en un hospital psiquiátrico donde me atan, me empastillan y no puedo ver a nadie; no, no, no, no! Me hubiera... S... Me hubiera suicidado. ¡Ea: por fin! No lo hice por instinto de supervivencia, que al parecer es fortísimo; o no tanto, pues hay muchos suicidas a lo largo de la historia. ¿Por qué ocurre esto, amigo Hawking? O amigo... A ver, un neurocientífico.
Me llaman para levantarme: he de irme, no puedo continuar escribiendo. Mi familia me conmina a abandonar,, tomamos pronto el tren para el aeropuerto. Dedicaré un artículo entero a este raro y antigenético evento de la especie humana.
¡Adiós, Leipzig! ¡Adiós, Alemania! ¡Adiós, Bach! ¡Adiós, alegría desbordante en la música! ¡Hola, calor sofocante! ¡Hola, ruido! ¡Hola, rutina! ¡Hola, odioso verano andaluz! Aunque... ¡Hola, queridos amigos españoles! ¡Hola, pequeña piscinita que me ayudará a refrescarme!
Me riñen, me riñen. He de abandonar.
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Siento un poco tu dolor y quisiera recoger tus lágrimas, más solo puedo decirte que ocupas un trocito de mi corazón.
ResponderEliminarEn mi corazón también ocupas un trozo muy grande Rocío y lo sabes, sabes que siempre, desde que te conocí, he estado contigo tratando de ayudarte a salir de ese infierno y, conforme van pasando los días, siento una alegría más y más inmensa al saber que lo has logrado. ¡Sigue así, siendo tú, sin esconderte ante nada ni ante nadie!
ResponderEliminar¡Muchas, muchas gracias! He visto ambos comentarios ahora y me pregunto quién será el anónimo de arriba. Representa a todos los que me quieren. Creo que se trata de María Jesús.
ResponderEliminarLas muestras de afecto me conmueven, después de haberme sentido tan vacía, tan enormemente sola. ¡Abrazadme, os ruego! Lo necesito; ¡ahora! Pero no hay nadie. Quisiera estrecharos con toda la fuerza posible, experimentar vuestro calor y vuestra comprensión.
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